Yo había oído hablar de los espaguetti del Lady Pepa´s, claro que sí. Oía hablar de ello cuando salía del Honky entre semana y las niñas se montaban en extraños coches, o cuando Hache, emocionada, hacía recuento de la noche anterior por email.
Pero nunca había estado.
Y, ¿qué quieren que les diga? Es un sitio interesante, un buen sitio para acabar la noche, si no fuera por un exceso de borrachos algo molesto. El dueño está controlando todo el rato, la entrada por supuesto es ilegal y su ubicación vamos a mantenerla en el anonimato por si algún concejal de distrito está leyendo este blog (Dani Flaco tiene fans en todos lados, ya se sabe). Lo único cierto es que está a cuatro minutos andando de mi casa.
Así que, nada, ahí estamos: Conchita, con un bocadillo de queso; Dani, con un bocadillo de salchichón; yo, con un bocadillo de chorizo. Una buena muestra de que la esperanza de besos ha desaparecido, ya a las cuatro de la mañana pasadas. Lucas y Gonzalo no toman nada. Jorge Marazu e Iván se vienen a nuestra mesa cuando sus chicas -ellas son así- se van muy disgustadas por el precio de las Coca-colas y la exigencia de consumir. Ya verán cuando lleguen al Toni 2...
Ha sido una noche extraña y de compromisos: por ejemplo, una posible actuación con Lichis, por ejemplo, una versión de "Antihéroe" en el 13, el próximo domingo 9, junto a Pablo Ager, en su concierto gratuito. Por ejemplo, la adhesión inmediata de Marazu a un posible grupo que responda al nombre de Repite Mojito y en el que yo cantaría, compondría las letras y tocaría la pandereta cuando alguno de mis compañeros quisiera su dosis de protagonismo.
Incluso, en un momento dado, Conchita y yo acordamos que cuando uno de los dos llegue a tocar en Las Ventas, invitará al otro como telonero. Y creo recordar que llegamos a darnos la mano.
Todo esto en el Búho Real, un concierto improbable de Dani Flaco. Improbable porque, por fin, lo ha conseguido, y eso es algo maravilloso. Porque ir a un concierto que te gusta y en el que hay cierto nivel de petardeo siempre es divertido, pero cuando encima el concierto lo da uno de tus mejores amigos, un tipo que ha cantado en la presentación de tu libro, que te ha apadrinado en Barcelona en múltiples aspectos y con el que has compartido conciertos delante de 15-20 personas... pues entonces la satisfacción es doble.
De entrada, en la puerta, Lichis y Vicky charlan con Quique González. Al pasar por taquilla, resulta que Conchita está tocando "Apaga y vámonos" y, poco a poco, resulta que nos conocemos todos: Pablo Ager, Odisea, César Valencia... Incluso César G. Miranda, músico de Pereza, que se atreve a tocar un par de temas. Aquello parece Flaco y amigos, bromeamos Pablo y yo, y justo entonces, Dani le saca para que cante él, y él se emociona, porque no se lo esperaba -incluso habían venido a quedar que esa noche no- y canta "Cosas que no se me dan bien" y Flaco -que es su anfitrión, es su productor, es su amigo...- le acompaña en el estribillo y un señor me pide que me quite de la columna "porque no veo" y yo, que paso de la euforia a la violencia de una manera preocupante, me encaro pero al final me aparto porque no soy un hombre de acción.
Lo que no quiere decir que no me quede con las ganas de decirle: "Caballero, esto es un bar, a veces la gente se pone en su trayectoria visual. Si no le gusta, haga como el resto: muévase".
Dieciséis canciones más tres bises, más un cuarto bis cuando Darío está ya a punto de poner la música. "Inés, Inesita, Inés", por primera vez en unos dos años. Flaco está eufórico, Lichis se va, agotado, Conchita y yo hablamos del disco de Luis Ramiro -permítanme prudencia, no puedo contar todo lo que veo, ese es el trato, pero ya sabrán algo, ya... cuando él lo cuente primero- y acabamos sentados todos en una mesa, con una chica encantadora que habla y escucha y que, por estas cosas que tienen los jueves noche, resulta que estuvo nominada al Goya en 2007, se llama Lantana, y participó en la película "Azuloscurocasinegro" de Dani Sánchez-Arévalo.
Así que hablamos de "Profilaxis", "Física II", "Traumalogía"... y me siento tremendamente cómodo, enseñándole a todo el mundo mi librito ahí, todavía en la estantería de detrás en la barra, algo escondido, pero visible, y eso, que las horas pasan, que Lucas llega, que Pablo se va, también agotado, que Conchita dice que se va pero que no se va -a quién no le ha pasado eso- y que al final decidimos seguir al gran gurú Marazu y sus mujeres -chicas, niñas casi, peques- prometidas al lugar prohibido, y que, contra todo pronóstico, porque nadie sabe ir, acabamos llegando.