martes, octubre 14, 2008

El final de La Primera Entrevista

Tengo una semana horrorosa, en múltiples sentidos, pero quería dedicarle un rato al auto-bombo (venga si La Sexta lo hace en todos sus programas, ¿por qué no voy a poder hacerlo yo en uno de mis posts?) y hablar un poco de lo que ha significado "La Primera Entrevista" para mí.

De entrada, creo que es el mejor trabajo que he hecho nunca y espero que haya transmitido algo del talento y la inquietud de esa gente a los demás. Es cierto que el proyecto era difuso y la elección de entrevistados, caprichosa. Pero era eso: un capricho. No un ejercicio literario. No un reportaje periodístico de tremenda importancia... Un capricho.

El capricho empezó en febrero con Laura Cuello. Creo que ya he dicho varias veces que aquella entrevista es lo más bonito que he escrito nunca. Espero que además fuera interesante, porque no siempre sucede. Seguí con Luis Ramiro, y quizás eso fue trampa, porque en Madrid, al menos, mucha gente conoce a Luis y desde luego no era "su primera entrevista", pero ¿qué quieren? uno nace tramposo y no hay manera de cambiarlo... La entrevista con Vega fue muy emotiva. Por diversas razones. La recuerdo con un cariño especial porque fue un momento especial y porque refleja a la perfección un instante de su vida que no es demasiado frecuente y ella lo sabe y creo que está bien que después de dedicarle un libro a sus extravagancias le dedicara al menos una entrevista a su "normalidad", sea eso lo que sea.

La entrevista con Pablo Ager coincidió con la presentación de su maqueta. Veníamos de Barcelona de grabar y aunque allí nos pasamos el día haciendo el idiota, en el Colonial estábamos los dos serios y profesionales, como debe ser. Creo que Pablo es un gran ejemplo de la gente que intenta abrirse camino y va buscando maneras sin rendirse. Reconozco que cuando entrevisté a David Testal se me erizaban los pelos de los brazos. David es un tío con el que puedes estar de acuerdo o no, pero es un gran conversador. Uno podría quedarse ahí hablando con él durante horas. Creo que lo que yo hice no era lo que él pretendía y desde luego no era lo que él hubiera hecho, pero ahí quedó y supongo que algo de la magia de esa charla -David habla, pero sobre todo escucha a la perfección- quedó ahí.

Lara... En fin, Lara. ¿Qué decir de ella? Recuerdo que era el día antes de mi cumpleaños o algo así y que contestaba con la vehemencia deliciosa con la que lo hace todo. Yo cambiaba de colirios y ella se reía de mí, con ese punto protector que creo que siempre tiene conmigo y que me encanta. Su manera de sonreír y mirarme como diciendo: "Eres un desastre". A Julia -Emite Poqito- la llevé al Gino´s y luego a mi casa. Ella se puso en la silla del ordenador y yo me senté en el suelo. Creo que teníamos prisa, no recuerdo bien. Aprendí un montón de cosas de ella, hasta entonces Julia había sido un poco la típica conocida desconocida, no sé si me entienden. Compartes cosas pero en realidad no sabes nada.

La entrevista a Ajito fue tortuosa y duró varios días. Los dos teníamos agendas demasiado ocupadas. Era principios de verano, creo, o puede que finales de primavera. Hacía calor y hablábamos en las terrazas. Creo que es una entrevista triste, pero bonita y desde luego cuenta lo que hay y es que a mí el mundo de los actores y las actrices, contra lo que se suele pensar, me resulta algo melancólico. A Jane -María Riveiro- la entrevisté en febrero, aunque su entrevista saliera en verano. Fue un poco caótico, todo, porque Jane es ordenadamente caótica o caóticamente ordenada, como quieran. Te lo explica todo con detenimiento, pero no es fácil entender nada. Otras veces es al revés, te lo explica todo sin ningún concierto pero queda bien claro...

A Carmen la pillé a finales de verano. En el Triskel. Ella estaba muy contenta y fue lo brutalmente sincera que es siempre. Creo que la entrevista reflejaba lo que cualquiera que la conoce puede pensar: "No sé exactamente qué hace esta tía, pero seguro que lo hace a la perfección". Así será su vida. Lo de Inés fue precioso. Un par de horas de charla en casa de mi madre, descubriendo cosas de mi mejor amiga que en realidad no sabía, porque Inés es así: escucha todo el rato pero casi no habla de ella, y yo sabía que llevaba cinco años en Estados Unidos -me había dado cuenta- pero no sabía exactamente qué hacía allí.

Por último, Víctor. Víctor va a ser la leche. Y aunque parezca que no, lo sabe. Es complicado, además, entrevistar a un entrevistador. Mucho más a un entrevistador amigo. Creo que podría haberse guardado determinada información y le agradezco que no lo hiciera.

Si merecía la pena entrevistarles a todos ellos es porque yo ya imaginaba que iban a ser sinceros. Si ellos aceptaron las entrevistas supongo que es porque ya imaginaban que yo iba a saber manejar esa sinceridad de la manera más inofensiva posible.

Un retrato de una parte de una generación. Sin más. Puede que pase a la historia o no. Lo más probable es que no. Pero, bueno, son mis amigos y soy yo y qué más puede pedir un nostálgico empedernido...