Quizás el problema sea que yo no tengo ni la mitad del talento de mi madre y mi tío. Soy una generación perdida, incompleta. Pancho Varona cantando "No me importa nada" en Galileo, todo el mundo tarareando, impresionado. Pancho canta la canción mejor que Luz, o distinto a Luz, o mucho más triste que Luz, si se quiere, porque a Pancho se le ha quedado una voz triste y preciosa, con Luis Ramiro a los coros.
Yo estoy en una mesa, al fondo, con Irene, Isabel y Bea. "Mamá", pienso, cuando oigo a la gente. "Panchito", cuando le veo a él. Me siento orgulloso y algo patito feo, ya digo. Supongo que algún día, quizás, no sé... a veces, pierdo las esperanzas.
El concierto es una maravilla. Antes y después. El mejor concierto de Luis desde aquel mes de marzo en el que presentó "Castigado en el cielo". Mi tío va apuntando las canciones que le gustan en una agenda. Bea y yo nos mandamos mensajitos bajo la mesa, como buenos adolescentes. Luis decide cantar por fin K.O. Boy y todos nos emocionamos, porque es una canción absolutamente emocionante.
Todo el valor se fue con las cornadas que me dieron.
Aunque aparte de eso, "El reloj", "Romper", "Perfecta", divergencias acerca de si "La Sirena" es bonita o es ñoña o si es bonita, pero ñoña o si es ñoña, vale, pero, joder, es bonita también. Discusiones acerca de si se sale al Tiovivo o no. Yo, cuando veo un escenario, salto. Es el gen que comentaba en el primer párrafo. De momento, en este pavo yo hago de relleno.
Irene no quiere salir, Isabel es una chica que no hace concesiones, uno pensaría que es Tauro. Al final Bea se apiada de mí y conseguimos esquivar mesas y sillas y colocarnos en el escenario. Se está bien desde allí arriba. No se ve nada, uno no puede sentirse observado. Hasta cierto punto, se percibe tranquilidad. Al menos, a mí me pasa.
Creo que Bea es una chica sensacional y además es sensata. A los dos nos gusta lo mismo: bailar, reírnos y tomar copas. No complicarnos la vida. Quizás ella no está tan segura porque a veces no hay manera de saber muy bien por dónde voy -ni en talento ni en valor- pero no, no me gusta complicarme la vida y no, no soy un tipo valiente. No tan valiente. Minutador, eso sí. Hay cosas que unen mucho.
A Pancho le piden autógrafos por todos lados. Es increíble cómo puede mantener la entereza con todo lo que está lloviendo. Tifones y tsunamis, créanme, pero él sonríe y atiende cada petición y firma cualquier cosa, desde entradas a posavasos y da besos y llama preocupado a la una de la mañana porque se ha dejado las gafas y no sabe si yo... pero sí, yo tengo su funda y sus gafas y ese es mi papel en este momento e intento hacerlo lo mejor posible: manejo sillas de ruedas y recojo objetos perdidos.
Porque estoy orgulloso, claro. Porque les quiero. Porque ellos piensan que yo... pero yo no estoy nada seguro, lo que no quiere decir que no vaya a hacerle caso a Gwen Stefani: "Take a chance, cause you may grow". Oportunidades perdidas, no, eso jamás. Si no hay amor, al menos que no haya arrepentimiento.
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