En Madrid siguen existiendo sitios improbables. Sitios a los que puedes llevar a alguien sin decirle dónde vais y aún así nunca sabrá adónde le llevas. Por ejemplo, la Sala Houdini, mucho más cuando uno queda en la Plaza de Cataluña, baja por Vinaroz, llega a las canchas del Auditorio y coge García Luna, una calle en la que aparentemente no hay nada. Nada de nada. Prosperidad pura y dura.
Sin embargo, en un recoveco, apenas un foco, unos dibujos en la fachada y un portón, está la Sala Houdini, autoproclamada la mayor sala de magia de Europa. Pagamos 25 euros por dos copas, una sesión de magia de escenario y otra de micromagia y mentalismo con Pablo Segóbriga.
El propio Pablo Segóbriga, un tipo fascinante, como no podía ser de otra manera, inicia las presentaciones, a eso de las 23.00, luego da paso a un mago chistoso, de esos que saca a gente al escenario y se burla de ellos, el terror de todo chico tímido y retraído. Es divertido. Luego salen Dream Makers, aunque en realidad es sólo un Dream Maker, y hace unos números con pañuelos, con cartas, con bolas... lo típico. A Ajito no le gusta.
Ajito es una chica siempre en busca de explicaciones.
Pero entonces bajamos a la sala de micromagia y la cosa cambia porque hay un chico -que no me acuerdo de su nombre- pero hace unos juegos de cartas absolutamente maravillosos, con un estilo cautivador y nosotros, ya en nuestra segunda copa, nos limitamos a mirar con la boca abierta desde nuestros taburetes, los abrigos hechos un burruño en una esquina... recuerdos del Mago Migue y de Juan Tamariz.
Hasta que vuelve Pablo Segóbriga y nos deja a todos alucinados. Los mentalistas me fascinan. Quiero decir, no tengo ni idea de cómo puede uno coger a diez personas al azar, hacer que cada uno coja una carta de entre una baraja y adivinar las diez cartas sin esfuerzo aparente. O está conchabado con medio grupo -y entonces su actividad es casi delictiva- o es un prodigio de la naturaleza.
Me inclino por lo segundo. Soy un entusiasta y quiero seguir siéndolo.
Segóbriga hace mentalismo, hace hipnosis, dobla cucharas, crea efectos visuales, se mete cuchillos por la nariz, presume de cuarenta años de experiencia en el mundo de la magia y anuncia sesiones extras para el martes -hipnosis- y el miércoles -espiritismo-. A Ajito le hace gracia lo del espiritismo pero a mí no. Dice que es por que me da miedo y es verdad. A los dos nos gusta la hipnosis y la posibilidad de vernos con cinco años y prometemos volver.
Y entonces pedirle a Pablo que nos haga a nosotros lo de las cartas, para ver si de verdad hay truco o no, aunque yo insisto en no querer saberlo. Ajito, sí.