El 6 de junio de 1988, Andre Agassi entraba por primera vez entre los diez primeros de la clasificación ATP. Esa temporada la acabó en el número tres del mundo, con apenas 18 años.
Se podría resumir la grandeza de su carrera apelando simplemente a la cantidad: otros 18 años después, en marzo de 2006, Agassi seguía el número seis del mundo. Un caso de longevidad competitiva sólo comparable al de Jimmy Connors.
Sin embargo, me parece más justo apelar a la calidad de su palmarés, porque no es sólo que haya ganado 60 títulos y 8 Grand Slams. Es su capacidad para reinvertarse continuamente: de melenudo a cabeza rapada, de protestón medio grunge a veterano elegante, de campeón de Wimbledon a competidor en "challengers" a campeón de nuevo en Roland Garros, Australia, US Open... Hablamos de un hombre que fue número uno del mundo, cayó al 147 y volvió a ser número uno del mundo.
En eso sí que ha sido único. Sin duda, el gran momento de su carrera fue el Roland Garros de 1999. Andre ya había sido finalista en 1990 y 1991, ocho años antes. Con 29 años, probablemente estaba ante su última oportunidad de conseguir el Grand Slam personal, algo que sólo cuatro tenistas lo habían conseguido anteriormente. Después de ganar Wimbledon en 1992, el US Open en 1994 y el Open de Australia en 1996, al estadounidense sólo le faltaba París para entrar en la Historia.
A la hora y media de empezar el partido, sin embargo, Agassi ya perdía 6-1, 6-2 y Medvedev celebraba el título. Ahí se acabó la alegría rusa: por primera vez en su carrera, André consiguió remontar dos sets en contra, ganó sin problemas los tres siguientes y, rozando la treintena, levantó por primera vez la Copa de los Mosqueteros.
Podría haber sido el final de una ya por entonces intensa carrera, pero, desde entonces, ha ganado 18 torneos y otros tres Grand Slams. Su palmarés se completa con una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1996, el Masters de 1990 y varias Copas Davis con su país.
El año pasado, con 35 años ya cumplidos, se plantó en la final del US Open ante el imbatible Roger Federer. Perdió, pero ganó el segundo set y tuvo ventaja en el tercero. Prometió entonces que volvería, y volverá. Sólo que por última vez. Después de eso, años y años de vacaciones con Steffi Graf.
Hay vidas que, decididamente, son envidiables.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 6 horas