Es evidente que el PP tiene la idea de que el llamado "proceso de paz" es un invento político destinado a aislarles aún más del resto de partidos parlamentarios. Tanto el PP como sus terminales mediáticas.
Entienden la "negociación" como una negociación contra ellos: contra sus planteamientos políticos y contra las víctimas que murieron por defender esos planteamientos políticos. No olvidemos que en la muerte terrorista no ha habido azar. Han muerto siempre los que tenían que morir. Es decir, militares, policías y afiliados de PSOE, UCD y PP. Representantes del Estado Constitucional. ETA no ha distinguido entre buenos (Ernest Lluch) y malos (Joseba Pagazaurtundúa). Eso son cosas de Gemma Nierga. Aquél que perteneciera a una organización que defendiera determinados valores era un enemigo de guerra, fuera cual fuera su pensamiento individual.
La negación del pensamiento individual es, de hecho, uno de los principios del totalitarismo.
Quizás, por eso, hablar de "proceso de paz" ya sea conceder una victoria importante a ETA. Los procesos de paz resuelven guerras. Conceder que los etarras son militares de un ejército enemigo y no terroristas contra un Estado de Derecho es un paso peligroso. Un paso que se viene dando en cada declaración, por otro lado.
Con todo, convendría pensar, si va a haber paz, va a haber términos que establezcan esa "paz", y estancias no parlamentarias donde se definan esos términos -con Zapatero haciendo de Wilson del siglo XXI- cómo es posible no hablar de vencedores y vencidos. Si no hubiera intención de vencer, no habría propósito de guerra, para empezar. No sería necesario un "proceso" de paz. La paz vendría por sí sola, sea eso lo que sea.
Y, puesto que va a haber vencedores y vencidos, la duda está en saber quiénes van a estar en cada lado. Porque la lógica democrática invitaría a pensar una cosa, pero el enfoque de toda la situación -basta con ver las reacciones al comunicado presidencial de ayer- apunta a lo contrario. No tanto por que haya un especial empeño en determinar el vencedor, sino por la insistencia en constatar quién va a ser el vencido.
"El País", hoy, en un artículo que no pretende ser de opinión, lo deja bien claro. Buscar consenso, lo llaman.
Que el PP se ha convertido en un partido paranoico y buena parte de la prensa afín comparte paranoia con sus dirigentes es un hecho indudable. Diez millones de paranoicos no es un buen síntoma para el progreso de un país.
Determinar, clara y contundentemente, y sin margen médico a la duda, que no existe tal persecución, sería ahora mismo lo deseable, y sin embargo no parece posible. Acorralar al Gobierno puede ser muchas veces injusto, pero es una tendencia natural del ciudadano democrático. Acorralar a la Oposición es mucho más peligroso, paradójicamente porque su situación es mucho más débil.
Y a todo esto, sigo sin saber si Arcadi hoy está de coña o no, prefiero pensar que sí.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 6 horas