Antes me gustaba la Feria del Libro y ahora me da un poco de miedo. Antes me ilusionaba ver a los escritores tras las casetas y ahora se me asemejan a animales encerrados y temo que algún día yo sea uno de ellos y se me acerquen los jubilados a preguntar cosas absurdas.
Visita relámpago de domingo para saludar a Benjamín Prado y Eduardo Lago. Al parecer, Eduardo se va a quedar en España al menos hasta agosto, pero la editorial ha aprovechado para colocarle todas las firmas en dos días, por si se le ocurre escaparse... Está agotado, pero pese a todo llega a la calle Ibiza donde esperamos la familia Álvaro Rey al completo y yo.
Parece ausente y a la vez difuso. Empieza conversaciones, las interrumpe y pasa al siguiente tema. Pregunta pero no escucha las respuestas. "Siempre ha sido así", dice Tere. La última vez que nos vimos coincidió con la final de la UEFA entre el Alavés y el Liverpool, en primavera de 2001. Dice que se acuerda de mí, pero "un poco, sólo".
Hablamos de Bret Easton Ellis y John Irving, un rato, como buenos pedantes, y de Dublín y la facilidad que tienen los irlandeses para tirar todo tipo de objetos -carros de la compra, bicicletas...- a su río. El otro día, incluso, María me comentó que habían encontrado una cabeza. "Se la habrá dejado alguien ahí", bromeó. "A lo mejor es al revés, y lo que se ha dejado olvidado es el cuerpo", contesté.
María y yo y nuestros continuos concursos irónicos.
Pero volvamos a Eduardo Lago y su nerviosismo genético y su alegría por que las cosas con el libro vayan bien -"me gustó", asegura, pero mirando a otro lado-. "No tengo la más mínima intención de volver a escribir un libro ni publicarlo ni ir de promoción...", confiesa en un ataque de desesperación y calor. Horas y horas tragando polvo. Anécdotas reales: un señor se acerca a la caseta de la Editorial Destino y pregunta: "¿Qué tienen de Carmen Laforet?", "Nada" -perplejidad- "¿No tienen nada de Carmen Laforet?"...
Y con el chiste se levanta y se va a buscar al "Doctor" y promete hacer una porra con seudónimo. Por cierto, van casi 100 y creo que la policía acabará encontrando nuestros nombres.
¿Benjamín Prado? No parecía mucho más contento. Definitivamente, la escritura acaba con cualquiera. Un futuro prometedor.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 6 horas