Y me niego a callar, simplemente.
La táctica consiste en que el primer día sea noticia, el segundo día lo sea algo menos, el tercero se vea como algo normal y la gente calle, el cuarto, el ciudadano empieza a sentirse molesto de tanta queja y el quinto, airado, empieza a vociferar: "Están provocando. Algo habrán hecho". Es curioso que a algunos socialistas y nacionalistas catalanes (algunos) no les haya costado ni llegar al quinto día, el primero ya estaban en ello.
Cada uno tiene sus adversarios políticos, eso es lógico: el PSOE justifica los ataques al PP y ERC considera que incluso "les está saliendo barato". Desde CiU se califican las agresiones como un ejemplo de que "los extremos se tocan" -qué complicado sigue resultando enfrentarse con palabras al pujolismo-.
Lo atroz es que ninguno se dé cuenta de que la política requiere de adversarios. Que la "esencia democrática" de la que presume Zapatero no es ya el diálogo, sino la posibilidad del interlocutor. El totalitarismo en forma de maulet intenta acabar con cualquier disensión dentro del pensamiento nacionalista. Acabando con la disensión, acaban con la democracia, pensarían unos. Acabando con la disensión, acaban con nuestros rivales, parecen pensar CiU, ERC y PSC.
De ahí, Bertolt Brecht. Es hora de que los millones de socialistas y nacionalistas catalanes identificados con la idea de la democracia como disensión razonada se lean bien el poema. O, quizás no. Quizás, efectivamente, ya sea demasiado tarde.
Y a todo esto se me olvidaba explicar:
"Según explicaron testigos presenciales, dos de los asistentes recibieron varios golpes del joven que llevaba un casco de moto. Un miembro de Ciutadans de Catalunya, que a su vez es médico, acompañó a uno de los heridos al Hospital Clínic." (Elmundo.es 15-06-06)