Todo se reduce a un minuto. El segundo de descuento de la
primera parte. Messi intenta girar para desmarcarse y la rodilla se le queda
atrás. Al resbalarse, estira demasiado el aductor y queda en el suelo con
gestos de dolor. No es lo habitual. La preocupación crece mientras el argentino
se lamenta en el campo y el árbitro manda parar. No ha habido falta, no ha
habido nada. Como queda poco para el descanso, Leo se levanta y sigue la
jugada: recibe el balón en medio campo, como lleva haciéndolo durante toda la
primera parte, y, como si quisiera demostrar que está perfectamente bien,
intenta un dribbling imposible. Pierde el balón.
A la defensa del Barça, que espera el descanso, le pilla de
improviso. Mascherano y Puyol se dan cuenta del desmarque de Drogba a la
derecha y los dos le siguen, dejando la banda izquierda completamente vacía
para Ramires, que sube como una flecha. Puyol se da cuenta, Mascherano también,
y los dos, de nuevo a la vez, corren como locos a tapar ese hueco… dejando
completamente solo a Drogba. Nadie más baja, solo Adriano y Xavi, pero tarde.
Para más inri, Mascherano se resbala cuando intenta cortar el segundo pase, el
que va de Ramires a Drogba, que recibe solo y a un toque marca el 1-0.
A un toque. Un gol de delantero centro. La jugada resume el
partido y puede que la eliminatoria: el Barcelona jugó un encuentro fantástico.
Muy, muy bueno. Para tratarse de unas semifinales de Champions League en campo
ajeno, dominó el juego desde el primer minuto y no lo hizo de manera intrascendente:
Alexis se plantó solo ante Cech y la elevó al larguero, Iniesta probó los
reflejos del portero checo minutos después y su rechace lo pifió Cesc a puerta
vacía. Minutos después, Messi desbordaba y dejaba de nuevo al de Arenys solo
ante el portero. Fábregas definió como el mediocampista que es, intentando una
filigrana que salvó Cole cuando el balón de todas maneras iba fuera.
No fue solo posesión, fueron llegadas. Recuperaciones
rápidas y juego de balonmano, rotando de izquierda a derecha y de derecha a
izquierda. La primera parte de Iniesta fue sensacional, como la de Busquets. La
segunda de Messi, quizá para resarcirse de su error, estuvo a la altura de sus
mejores días… pero no hubo gol. No se puede explicar de otra manera el partido,
lo siento: Alexis volvió a fallar en el área pequeña, Puyol cabeceó junto al
palo y Cech salvó lanzándose desde la nada. Incluso en tiempo de “iniestazo”,
Pedro disparó al poste y el rechace le llegó a Busquets, quien, solo, a
quemarropa, casi en el área pequeña, la volvió a mandar a la grada.
El Barcelona está ante la temporada en la que más goles ha
metido de su historia, eso es cierto, pero mucho tiene que ver el hecho de que
Messi haya marcado o asistido en 88 de esos goles. Más allá de Messi, el vacío.
En 2009 estuvo Eto´o, en 2010 Ibra y cuando el sueco se borró apareció Bojan
para dar una liga. En 2011, Villa no dio todo lo que se esperaba pero le relevó
Pedro como goleador. Este año no hay nada. Messi y más Messi. El club afrontó
la temporada con un solo delantero centro y se les lesionó en diciembre. Desde
entonces su único movimiento ha sido vender al delantero centro del filial, que
venía de marcar 34 goles el año anterior en Segunda División.
Sin duda, la apuesta por el juego de toque y combinación
constante ha dado partidos excelsos pero tiene estas cosas: un día no puedes
empujar la pelota o Messi no te marca tres goles y pierdes. No debería ser un
drama. Incluso con los problemas de diseño de la plantilla no es normal que
jugadores profesionales de este nivel fallen tantas oportunidades. La sensación
de endeblez del Chelsea fue total. Se puede alabar su planteamiento teniendo en
cuenta que el contrario lo falló todo, pero un planteamiento que depende de los
fallos rivales es algo parecido a un suicidio.
En la vuelta, el Barcelona debe tener una cosa entre ceja y
ceja: no recibir un gol. No es momento de heroicidades ni de conjuras ni de
espíritus de remontadas. Seguros atrás y a esperar a que las oportunidades
vayan cayendo. Si el Chelsea marca, el Barcelona puede marcar tres. Hoy ha
podido marcar cinco. Lo que no sé es si estas oportunidades volverán el martes
que viene. Mientras tanto, al Barça no le queda otra que hacer lo que viene
haciendo todo el año: dársela al 10 y que resuelva. Ese es el camino y ante ese
camino no hay defensa que valga durante 180 minutos.
En cualquier caso, el lío en el que se ha metido el equipo
de Guardiola es importante. Si el rival no fuera el sexto de la liga inglesa,
estaría más que preocupado. Dos partidos clave en eliminatorias fuera del Camp
Nou: cero goles. No es la idea.