martes, abril 24, 2012

Barcelona 2- Chelsea 2


A veces olvidamos que el fútbol es un juego. Todo el análisis, la conspiración, el determinismo que intenta rodear a la geometría de los tres palos y el balón hace que perdamos un poco el sentido del azar, de lo improbable, y que eso nos frustre muchísimo. El adjetivo que más se utilizará para definir la eliminación del Barcelona será "injusto" y puedo entender a quien lo viva así. El equipo de Guardiola fue muy superior durante los 180 minutos de la eliminatoria. Tan superior fue que incluso regaló al contrario dos goles, como si en una semifinal de Champions esas cosas sobraran.

Podemos apelar a los cuatro postes, el penalti fallado, las múltiples ocasiones que ha salvado Cech, pero todo eso es fútbol. Ni justo ni injusto: fútbol. Fallas tú, acierta el contrario. El Barça debió dejar la eliminatoria sentenciada en la ida, donde jugó un partido más que aceptable pero se marchó con una derrota. En la vuelta, con 2-0 ya en el marcador y un jugador más sobre el campo hizo lo mismo que una semana antes en Londres: permitir que el rival metiera un gol al contraataque.

Sin el desacierto, por milímetros, del Barcelona no se entiende la eliminatoria. Milímetros que te dan una Champions en 2009 y que te la quitan en 2012. Con todo, es posible que no hiciera falta recurrir a esos milímetros, que todo pudiera haber sido más fácil.

De entrada, lo hemos dicho, que el Chelsea haya marcado tres goles en esta eliminatoria es un pecado. Y ahí no hay mala suerte a la que apelar: en Stanford Bridge, una pérdida absurda de balón en el descuento, una mala coordinación de los centrales y gol de Drogba. En el Camp Nou más de lo mismo: defensa completamente desubicada tras pérdida y gol de Ramires. El de Torres del descuento se entiende por la lógica desesperación y avalancha ofensiva.

Determinado barcelonismo se ha agarrado fuertemente a los valores de su apuesta ofensiva durante los últimos días, como si esa apuesta estuviera a debate. Todo lo contrario. El Barcelona de Guardiola ha cimentado sus títulos en una seriedad defensiva impresionante: ningún equipo del mundo ha sido tan sólido en defensa y ha recibido menos goles que éste. Por eso no veo que sea una afrenta criticar despistes o malas ubicaciones. En ningún lado del "juego bonito" pone que da igual regalar goles. Eso debe de ser algo nuevo, porque durante tres años y medio este equipo no regalaba nada.

Convengamos por tanto que esos dos regalos fueron dos errores y que en semifinales esos goles se pagan tanto como los que tú no metes, sin que haga falta colgar a nadie ni echar al entrenador por ello.

En cuanto al partido en sí, la primera parte fue extraña y brillante a partes iguales: Guardiola sacó a Cuenca y a Alexis para abrir el campo con Cesc y Messi por el medio, juntándose con Busquets, Xavi e Iniesta. Embudo que el Barcelona supo resolver con calidad individual y paredes improbables. Cuenca cumplió posicionalmente, en su posición de extremo de balonmano y la rapidez de balón y jugadores fue la necesaria. Precisamente de un balón suelto que recogió el propio Cuenca y centró hacia atrás -excelente decisión cuando todo tu equipo es más bajo que el contrario y que hemos visto muy poco en la eliminatoria- Busquets marcó el 1-0.

Hasta entonces, del Chelsea no se sabía nada, ni siquiera de Drogba. Cuando Terry se hizo expulsar por una de sus típicas marranadas de matón e Iniesta marcó el 2-0 en una jugada muy bien trenzada, todo el mundo dio por hecho el paso a la final de Munich. Fue un minuto precioso. ¿Qué pasó entonces? Lo mismo que el pasado sábado: nada más marcar el gol decisivo, el rival anotó en el contraataque después de minutos sin pisar campo ajeno. Sinceramente, es difícil de aceptar en un equipo tan grande, pero habrá que entender que en cuatro temporadas se puedan juntar tres partidos defensivamente tan horrendos.

Quedaba toda la segunda parte... pero aquello fue un desastre. Empezó con un dudoso penalti sobre Cesc que Messi envió a la cruceta. El argentino lo intentó todo pero estuvo muy fallón. Ni siquiera fue falta de espacios, que los tuvo, sino precisión. A veces uno piensa que sería mejor que no jugara 65 partidos antes de los decisivos porque puede pasar que llegue a la vuelta de las semifinales cansado... pero entonces Leo no sería Leo y quien sabe si el Barcelona siquiera habría llegado a esas semifinales.

Cuenca fue sustituido por Tello, que no jugó un partido de puta madre el sábado y no lo volvió a jugar este martes. No es atacar al jugador, que está en sus primeros pasos como profesional y se le pide que sea decisivo en liga y Champions ante jugadores con años y años de experiencia. Creo que se puede defender el modelo de cantera y a la vez criticar una exagerada exigencia a jugadores que acaban de empezar en el fútbol. Guardiola decidió jugarse la final de la Champions con Cuenca y Tello y dejar a Pedro en el banquillo. Supongo que el canario estará muy mal físicamente para tomar una decisión así porque es, con mucho, el jugador que más gol tiene en la plantilla después de Messi.

El cambio fue intrascendente. Tello intentaba desbordar y no lo conseguía. Ahora mismo es un jugador de una sola jugada: desborde hacia la línea de fondo, y es complicado sorprender así a los Arbeloa o Ashley Cole de turno. Al Barcelona le entró el ataque de nervios. Es parte de la competición. Su superioridad era aplastante, siempre en el balcón del área rival, pero se perdió en centros bombeados absurdos, balones a Alves que el brasileño se empeñó en resolver mal porque no es un extremo y  no lo será nunca. Xavi parecía agotado, Messi pensando en el penalti fallado e Iniesta lo intentó, pero uno solo era imposible.

El último cambio terminó con toda fluidez en el ataque del Barcelona: un inoperante Cesc dejó su sitio a Keita, que en vez de ser utilizado para llegar desde atrás o disparar ante una defensa plantada en su punto de penalti, quedó fijado como delantero centro, igual que Puyol posteriormente. Aquello era un disparate y además sí que va en contra del juego de movilidad y posición. Con tres tíos metidos en el área y entorpeciendo las combinaciones de Iniesta y Messi, las verdaderas estrellas del equipo, el Chelsea solo se vio exigido una vez: una genialidad de Leo que lanzó al poste después de que Chec tocara con la yema de los dedos.

Muy poco balance para un equipo que simplemente se bloqueó, como se bloqueó dos años atrás contra el Inter.

En uno de los ataques desesperados, y tras nueva pérdida de balón en el descuento, Torres se encontró con el gol redentor, el que terminaba de colocar al Chelsea en la final. El Barcelona perdió víctima de sus propios nervios y de una cierta incapacidad de controlar los partidos solo porque eso, estéticamente, suena mal. Pues no tiene por qué y Guardiola lo sabe porque lo ha practicado anteriormente. Insisto: podemos hablar de las mil oportunidades falladas y la malísima suerte que tuvo el equipo, pero sin esos dos goles recibidos, el Barça estaría en la final, sobradísimo.

¿Qué cabe esperar ahora? El modelo funciona cuando no se lleva al extremo, es decir, cuando se confía en la cantera pero se va introduciendo a los jugadores poco a poco, como pasó con Pedro o incluso con Busquets, de aprendizaje más rápido. Tener la posesión está bien sin necesidad de jugar cinco tíos por el medio como si atacaran una zona sin que ninguno dispare de lejos o termine de desbordar. Abrir el campo es necesario siempre que se tenga claro que el objetivo no puede ser bombear el balón a delanteros que no existen. Jugar al ataque es necesario y espectacular, pero a veces se juega mejor al ataque con cuatro defensas que con tres: poblar toda tu zona de llegada antes de que el balón aparezca por ahí puede ser un error.

Las críticas no son a un modelo sino a su exageración. No es lo mismo jugarte una liga y una Champions con Eto´o, Ibrahimovic o Villa que con Tello, y lo siento mucho por el chaval, no es culpa suya, puede llegar a ser una estrella, ¡pero no lleva ni medio año en primera división! Que Villa se lesione en diciembre para seis meses es una desgracia. Que  no haya un solo delantero centro en una plantilla de 23 (más el filial) para sustituirle, es mala planificación. Que Abidal sufra una terrible enfermedad es una desgracia, que eso haga que solo tengas cuatro jugadores para tres puestos el resto de la temporada es mala planificación.

Uno pierde y gana por detalles. A veces son milímetros, a veces son decisiones en el banquillo o en la directiva. Nadie puede asegurar que de una manera se va a ganar siempre, porque esto es un juego. ¿En qué falló el Barcelona, en qué viene fallando cierto barcelonismo en los últimos años? Lo ha olvidado y ha intentado hacer una ciencia, una moral, una forma única de ver el fútbol. Y si se pierde la sorpresa, se pierde la diversión, lo siento. Recuperemos la sonrisa y la movilidad y disfrutemos de un equipo al que le queda mucha vida por delante. Tocando y presionando. Abriendo y generando espacios. Llegando y no ocupando.

Nadie gana siempre. Eso es un hecho. Vivamos con ello y a la vez aprendamos de los movimientos del rival. El Barcelona debe reinventarse a partir de lo que ya sabe. Mejorar. Eso es todo. El año que viene, este equipo estará luchando por la liga y la Champions. La ganará o la perderá. Probablemente vuelva a ser cuestión de milímetros.