Para que el Barcelona gane esta liga se tienen que dar al menos tres cosas: 1) Que derrote el 21 de abril al Real Madrid en el Camp Nou 2) Que además de ese partido, el Madrid pierda o empate otro de los seis que le quedan y 3) Que el Barcelona gane todo lo que le queda por jugar. En este último caso, y desde la derrota de Pamplona, los de Guardiola sumarían 16 victorias consecutivas en liga. Roberto Palomar, un buen periodista pero algo aficionado a los titulares, afirmaba en Marca que si el Madrid perdía la liga no sería una remontada sino una "debacle" blanca. No, señor, si un equipo pierde la liga ante otro que gana los últimos 16 partidos de manera consecutiva solo puede aplaudirle, no veo la debacle en dejarte 10 puntos de 48 posibles.
Otra cosa es que el Barcelona lo consiga. A mí me cuesta creerlo porque soy un hombre muy apegado a las estadísticas y una racha así me resulta casi inconcebible. Sumen a eso la Champions y la Copa y las lesiones y sanciones... y parece imposible que con los Tello, Cuenca, Montoya y compañía, el Barça consiga algo así, pero que lo está intentando, eso resulta innegable. Y tiene un valor tremendo. No solo por parte de los jugadores, sino por parte de un cuerpo técnico que, no se sabe cómo, consigue que sus estrellas sigan corriendo del minuto 1 al 90 con mayor o menor acierto incluso después de haberlo ganado absolutamente todo y sabiendo que ese mismo cuerpo técnico muy probablemente no esté el año que viene en el banquillo.
El partido ante el Getafe tuvo muy poca historia. Guardiola salió con cuatro delanteros más Iniesta y Xavi, Busquets colocó la línea de presión en tres cuartos junto a Adriano y Puyol y lo milagroso es que los visitantes no se llevaran una goleada de escándalo. Si no fue así se debió a su excelente portero, a un gran orden defensivo en la primera parte y a una lógica relajación del Barça después de marcar el 2-0, obra, cómo no, de Leo Messi, que suma ya 39 en liga y 61 en toda la temporada. En la segunda parte tendría tiempo de dar otra asistencia, la vigésimocuarta del año, igualando ya el mejor registro de su historia. Si suman, Messi ha intervenido en 85 goles. El número evita cualquier valoración.
Sin embargo, no fue Messi la gran estrella del partido, sino que lo fueron Alexis y Puyol. El chileno se notó especialmente cómodo en la posición de nueve fijo, con dos goles de delantero puro: uno girándose y rematando por la escuadra con violencia, y el segundo de cabeza llegando desde atrás y arrasando con todo. Puede que Cesc dé más combinación, pero si Alexis se afianza como goleador más allá de su lucha y presión, ese puesto empieza a tener poseedor, aparte de lo mucho que libera a Messi, que puede campar a sus anchas por el resto del terreno de juego sin que queden jugadores que le puedan seguir.
Por su parte, el capitán estuvo soberbio. Con 33 años, después de una grave lesión de rodilla, sosteniendo al equipo junto a Mascherano en defensa casi toda la temporada, Puyol no solo estuvo impecable al cruce, como casi siempre, sino que fue una amenaza constante en ataque. Puede que no sea un virtuoso ni tenga la velocidad de Alves o Adriano, pero sabe siempre lo que hacer y cuándo no estorbar. Su derroche físico fue monumental: si el Getafe intentaba contragolpear, él cubría el flanco izquierdo del ataque. Si quería sacar el balón jugado, anticipaba robando, y en estático, se colocó junto al área, casi de extremo, y no hubo quien le quitara de allí, llegando a intentar un uno contra uno que acabó en córner junto a la línea de fondo.
Córner que, por supuesto, luego intentó rematar.
En fin, que lo que empezó siendo un 3-3-4 acabó siendo algo así como un 1-3-3-3 con solo Mascherano de verdadero defensa; Puyol, Adriano y Busquets marcando la línea de presión muy metidos en campo ajeno; Xavi, Iniesta y Messi intercambiando posiciones y bajando a recibir, más Cuenca, Pedro y Alexis arriba, los dos primeros muy pegados a la banda, el tercero, de referencia fija, como enésimo pivote del movimiento del balón. Fueron cuatro como pudieron ser ocho y lo más impresionante es que el Getafe no tuvo ni una sola oportunidad clara de gol, lo que coloca a Valdés un paso más cerca de su cuarto Zamora consecutivo.
La Bota de Oro, como la liga, se jugará en estos doce próximos partidos. El siguiente, en Valencia ante el Levante, probablemente el más peligroso de todo el calendario para el Barcelona si quiere jugarse la liga contra el Madrid en el Camp Nou. De cómo salga la clasificación tras ese partido dependerán muchísimas cosas.