viernes, enero 27, 2012

Cuando Nacho Vigalondo pone la cordura en Twitter...



Escribía hace poco el director de cine Nacho Vigalondo que si los internautas confundían la protesta contra la más que dudosa Stop Online Piracy Act (SOPA) con la defensa de Kim Dotcom, fundador de Megaupload y gestor de sus cientos de millones de dólares de ingresos opacos, la cosa iba muy mal. Podría ir mucho peor, de hecho. Yo le tengo un enorme cariño a Nacho pero en el momento en el que se convierte en un referente de cordura es que el debate se ha ido muchísimo de las manos.
Por ejemplo, Enrique Dans, activista en materia de “derechos de Internet” y habitual de las tertulias y los artículos incendarios, criticaba cualquier intento de legislar y actuar policialmente contra la piratería hasta el punto de comparar la intervención del FBI, es decir, la detención de un hombre con decenas de cargos a sus espaldas en su mansión de Nueva Zelanda rodeado de sus aviones y coches, con “encañonar a niños por la calle para comprobar sus iPods por si llevan algo descargado ilegalmente”.
Los niños, ese hermoso recurso de la demagogia.
En fin, Dans no fue el único. A él se sumó una masa enfurecida que “en un ataque total, sin precedentes en la Historia” consiguió desactivar durante unas horas en torno a diez páginas de Internet, hasta el punto ridículo de tuitear la hazaña cuando muchas de ellas ya funcionaban de manera regular. Si Twitter no es la versión 2.0 del “teléfono escacharrado” desde luego se le parece mucho.
A mí me gustaría darle una vuelta de tuerca al asunto, algo de lo que no se ha hablado demasiado: la intervención policial ha estado dirigida contra los dueños de la página web, no contra sus usuarios. De este modo, se considera a los usuarios libres de culpa desde el momento en que lo único que hacían, supuestamente, era contratar un espacio donde poder “guardar” sus propios archivos, independientemente de si en realidad lo usaban o no. A mí no me parece mal ese enfoque porque abrir el melón de la culpa colectiva en Internet sería un trabajo excesivo, pero hace mal el usuario con cuenta Premium en Megaupload protestando contra el FBI, los americanos y el imperialismo en general…
Es mucho más fácil: podría unirse a la demanda contra Kim Dotcom. En lo que a mí respecta, si alguien me vende algo que no le pertenece, es decir, no solo me “alquila” un espacio web sino que me permite “compartir” cualquier contenido de ese espacio, previo pago, sin avisarme de que no es suyo, lo que está haciendo es estafarme. Pongamos un ejemplo claro: unos amigos alquilamos un local donde dejar nuestras bicicletas. Como ventaja, en un momento dado, podemos utilizar cualquiera de las de nuestros amigos e intercambiar experiencias.
La cosa va tan bien que a alguien se le ocurre cobrar por acceder a ese local y utilizar lo que haya dentro independientemente de que colabore con su bici o no. De repente, en el almacén común, empiezan a aparecer Ferraris, Porsches, Mercedes… Conforme crece el lujo crece la demanda y crece el dinero que se cobra al visitante. Pero, ¿de dónde han salido esos coches? No pueden ser de mis amigos, eso es obvio, pero, bueno, están ahí, y yo he pagado mi parte de alquiler, ¿por qué no usarlos?
Imaginemos, de verdad, que yo soy tan inocente como eso. Obviamente, puede pasar. Obviamente, también, debe de ser una excepción entre millones de casos, pero contemplémosla. Si de repente un día la policía precinta el almacén, me impide el paso y detiene al de la puerta mientras contaba los billetes, ¿de verdad tiene sentido que me considere estafado… por la propia policía? Los Kim Dotcom de la vida es lo que tienen, siempre habrá un Dans para justificarles. Dijo el escritor Jorge Carrión, en su Facebook, que si todos esos hackers anónimos se encargaran de protestar contra Wall Street en vez de defender a un delincuente multimillonario este sería un mundo mejor.
Desgraciadamente, éste es, exactamente, el mundo que es. Sin cuentas Premium. Y probablemente éste sea el debate que se merezca.
Artículo publicado originalmente en el diario "El Imparcial", dentro de la sección "La zona sucia"