Obviamente, el nivel de Federer el año pasado no estuvo a la altura de su juego de pasadas temporadas. Ni su juego ni sus resultados. Apenas logró ganar un Grand Slam, jugar la final de otros dos, se llevó otros tres torneos y acabó número dos del mundo a pesar de empezar la temporada con mononucleosis. Para él, un desastre. Para determinados críticos deportivos, el inicio de una decadencia inevitable.
Puede ser. Para empezar, yo siempre he visto con cierta preocupación la falta de autocrítica de Federer en todo esto: aunque a mí su temporada me parezca excelente, es cierto que en momentos puntuales ha decepcionado, especialmente en los Masters Series y en los Juegos Olímpicos, aunque ahí se llevó la medalla de oro en dobles, que algo es algo. En sus declaraciones sigue mostrando una cierta altivez y superioridad que curiosamente no mostraba cuando realmente era escandalosamente superior en la cancha.
Una cosa suele ir ligada a la otra.
El caso es que llega el nuevo año y todo el mundo habla de Murray, de Djokovic, de Nadal... La nueva generación ya está aquí preparada para el relevo. No será tan fácil. Cierto que Federer tuvo que sufrir cinco sets en octavos de final ante Berdych -exactamente lo mismo que pasó en el US Open del año pasado ante Igor Andreev y sólo perdió un set más en el resto del torneo-, pero su demostración en cuartos de final ante Del Potro -6/3, 6/0, 6/0- ha sido sin duda impresionante.
Roger está ya en semifinales y van 19 seguidas en Grand Slams. Para que se hagan una idea el mejor registro anterior lo tenía Ivan Lendl con 9. Rafa Nadal, si gana esta madrugada, llegará a las 5. Y me parece que ya tiene mérito... Si gana a Roddick, jugará su 18ª final en un grande. Si gana dos partidos, igualará a Sampras con 14 títulos y sólo 27 años. Desde mayo de 2004 sólo ha perdido con tres jugadores en los cuatro grandes: Marat Safin (semifinales de Australia 2005), Novak Djokovic (semifinales de Australia 2008) y Rafa Nadal (5 veces, incluyendo 3 finales de Roland Garros y la última de Wimbledon).
Puede que Roddick tenga un gran día y le derrote el jueves. Todo es posible. Entonces volveremos a oír que Federer está acabado. Cinco años sin perder antes de semifinales y el tipo está acabado. Curioso. Vaya crisis, la suya. Quién la quisiera como apogeo...