Estos escalafones históricos son absurdos, lo sé. Comparar la selección española de baloncesto de 2009 con la URSS de 1972 o la Yugoslavia de antes de la guerra es imposible. Sucede en todos los deportes: ¿quién fue mejor, Merckx o Armstrong? ¿Quién ganaría, Laver o Federer?
Lo cierto es que determinados hechos invitan a pensar que la selección que participó en los pasados Juegos Olímpicos es probablemente el mejor equipo europeo que haya existido jamás. El mejor equipo fuera de la NBA.
Por supuesto, ya he dicho, recuerdo la URSS de Sabonis, Kurtinaitis, Volkov, Valters, Tarakanov, Tikhonenko... o sobre todo la Yugoslavia de Petrovic, Kukoc, Radja, Divac, Cutura... He oído hablar maravillas de Belov o Korac o Dalipagic, Delibasic, Meneghin, etc. aunque apenas les vi jugar -sólo a este último y en su decadencia-. Ahora bien, ¿cuánto hubieran resistido esos jugadores ante un equipo con las mejores estrellas de la NBA? No digo un equipo NBA, ni siquiera digo un equipo que mezclara estrellas y ex-estrellas NBA como el dream team de Barcelona. Digo el mejor equipo posible de la NBA.
Creo que no aguantarían mucho. Probablemente perderían por 30-40 puntos de diferencia. Es lo que sucedía hasta hace bien poco.
El talento de la selección española se puede analizar desde dentro y desde fuera. Desde dentro, teniendo en cuenta la calidad de los jugadores: tenemos cuatro All-Stars por diversos méritos: Pau Gasol, Jorge Garbajosa, Juan Carlos Navarro y este año Rudy Fernández, con la probable incorporación de Marc Gasol, tenemos a uno de los cinco mejores bases de la liga, sin duda, José Manuel Calderón y hay otros dos bases que han pasado por allí con más pena que gloria pero que han llegado a ser titulares ocasionales de sus equipos, en ambos casos -Utah y Portland-, equipos competitivos y de alto nivel. Hablo, claro está, de Raúl López y Sergio Rodríguez.
Estos dos jugadores, de hecho, no tienen sitio ni siquiera en la propia selección nacional ahora mismo. Calderón y Ricky Rubio -probable número uno del draft en dos-tres años- no dejan hueco a nadie en la dirección del equipo.
Pero también se puede medir el talento "desde fuera", es decir, por comparación. España pudo ganar a Estados Unidos en los pasados Juegos Olímpicos. No era un partido cualquiera: era el partido que los estadounidenses llevaban esperando ocho años. Las condiciones no fueron las mejores: un arbitraje tendencioso y la baja por lesión de Calderón, unida a la pésima decisión de elegir a López como tercer base. Enfrente había un equipo con LeBron James, Kobe Bryant, Chris Paul, Dwight Howard... un equipo que hacía que Michael Redd pareciera un paquete. Los mejores jugadores de la liga. Algunos entre los mejores de la historia.
Y, pese a todo, España pudo ganar. No digo que estuviera muy cerca, no digo que lo mereciera. Estados Unidos siempre se mostró un punto superior porque
es un punto superior, ¿hace falta que repita los nombres de aquel equipo? pero España fue una excelente mosca cojonera. En el último cuarto, a falta de unos 8 minutos, la diferencia era de apenas dos puntos. Dos puntos. Increíble.
España notará mucho la baja de Carlos Jiménez. Puede que Víctor Claver y Carlos Suárez tomen el relevo o puede que no. Será complicado. La media de edad del equipo se acerca a los 30 y el ciclo parece que acabará como tarde en Londres 2012. Las retiradas puntuales se multiplicarán por exigencias físicas. Pese a todo, uno se pone a jugar a seleccionador y encuentra algo parecido a Calderón, Rubio, Rodríguez; Fernández, Navarro, Claver, Mumbrú, Suárez; Felipe Reyes, Marc Gasol, Pau Gasol y Fran Vázquez, y se queda perplejo ante tanta calidad.
Luego piensa en los que están llamando a la puerta: Sada, Llull, Sonseca..., los que aún siguen haciendo méritos para ser seleccionados como los siempre cumplidores Berni Rodríguez y Carlos Cabezas o excelentes jugadores ya pasados de rosca, como Garbajosa, y no puede sino desear que llegue otro verano y volvamos a disfrutar. Porque esto, señores, no se va a repetir en mucho tiempo.