Que la acción de Gobierno desgasta está claro. Ahora bien,
que desgaste de esta manera en apenas cinco meses es muy preocupante para el
PP. Ni Asturias ni Andalucía. En el Principado, el partido de Mariano Rajoy ni
siquiera consigue la segunda posición, superado de nuevo por el “demonio”
Cascos. Si los egos se dejaran a un lado, ambos partidos podrían formar un
gobierno de centro-derecha. Conociendo cómo funcionan los partidos y en
especial el popular asturiano, no hay que descartar que al final sea el PSOE,
con el apoyo de IU, el que gobierne, todo para, probablemente, tener que
convocar otras elecciones en unos meses y así sucesivamente.
Aunque en Asturias el resultado para el PP sea malo, con un
crecimiento de solo un 1,5% pese a la caída de casi cinco puntos del Foro, el
de Andalucía supera cualquier previsión negativa. Todas las encuestas dejaban a
Arenas al borde de la mayoría absoluta y al final ha sufrido incluso para ganar las elecciones:
su ventaja de nueve puntos en las Generales ha desaparecido por completo,
ganando el voto popular por escasas décimas y subiendo apenas dos puntos desde
2008.
Los resultados de Sevilla, donde el PP pierde incluso en la
capital, son desastrosos. Ahí se le ha podido ir el triunfo junto a la
tradicional falta de implantación en el ámbito rural.
Y es que, salvo Sevilla, donde más ha sufrido hasta el
último momento, el PP ha ganado con cierta holgura en todas las capitales
andaluzas… pero no ha sido suficiente. No se puede decir que los votantes de
izquierdas hayan acudido en masa a votar porque la participación se ha quedado
en un 62%, más de 10 puntos por debajo de 2008, así que la única justificación
posible es la desidia del votante propio. Arenas no ha conseguido quitar los
estigmas del PP en las pequeñas poblaciones y básicamente ese era lo único que
tenía que hacer en la campaña.
¿Quién ha salido ganando? Por un lado, el PSOE, eso está
claro: su victoria en Asturias le deja a la espera del gobierno autonómico y en
Andalucía tendrá que pactar con IU para revalidar otros cuatro años al frente
de la Junta de Andalucía. En esta legislatura, Griñán se deja 10 puntos
porcentuales y más de medio millón de votos… pero le basta. Ni los escándalos
del PER ni los ERE parecen poder con la hegemonía socialista en Andalucía, que
va ya para los 35 años de gobierno ininterrumpido.
Por otro lado, el gran vencedor es IU, eso es innegable:
todos los cálculos del PSOE andaluz dependen de la complicidad de los de Cayo
Lara. En sus manos está sacar pingües beneficios, como una ley electoral más
justa, por ejemplo. Veremos si se atreven o se limitan a dar los votos y que
sea lo que Dios quiera. Su crecimiento es arrollador: casi un 4% en Asturias y
hasta un 4,5% en Andalucía. Se confirma así como tercera opción nacional a
costa de otro de los grandes derrotados de la noche.
Y es que, en medio de la crisis de los dos grandes partidos
y con una participación bajísima, uno podía esperar mejores resultados de UPyD.
El partido de Rosa Díez entra con un solo parlamentario en Asturias y
probablemente sea un resultado intrascendente, subiendo un 1,3% en voto
popular. En Andalucía, no hubo escaño ni por Sevilla ni por Málaga ni por
Almería. Un pequeño desastre. De acuerdo: sube del 0,7% al 3,4% y supera al
Partido Andalucista pero la victoria es pírrica.
Si UPyD se quiere consolidar a nivel nacional, obviamente
algo más tiene que hacer. Su mensaje,
incluso en la peor situación política para PP y PSOE, no acaba de calar más
allá de Madrid y algunas zonas muy concretas como Valencia o Vitoria. Este
resultado debería dar qué pensar en la calle Cedaceros, aunque solo sea porque
les obliga a otros cuatro años fuera de los medios institucionales en
Andalucía.
Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia".