sábado, marzo 03, 2012

Barcelona 3- Sporting 1


Si Guardiola pedía hambre a sus jugadores para renovar, desde luego, una vez más, no le están fallando. A diez puntos del líder, con la liga perdida y la tentación de centrarse exclusivamente en las dos competiciones restantes, el Barcelona ya dio una muestra inequívoca de competitividad el pasado domingo en el Calderón y lo repitió hoy ante el Sporting: con un equipo muy desequilibrado, sin un solo delantero centro que culminara las eternas posesiones, con diez jugadores por una muy dudosa -siendo generosos- expulsión de Piqué y después de que el árbitro se tragara hasta tres penaltis en el área sportinguista, el equipo no se abandonó al victimismo y luchó por ganar. Finalmente, lo consiguió.

¿Sirve la victoria para algo? Sin duda. De entrada, aunque la liga sea una utopía, el Barcelona no puede permitir que el Madrid se aleje aún más. No es una cuestión de pasillos ni alirones: si el Madrid se escapa definitivamente, podrá reservar sus fuerzas para la Champions y eso sería letal para el Barça. Guardiola quiere un Real Madrid obligado, que tenga que luchar, desgastarse... y confiar en que eso lo pague luego en Europa. No se le puede regalar el descanso. Después, es un ejercicio de superación de los que hacen equipo. Honestamente, el partido fue muy aburrido durante buena parte del mismo y el Barcelona, incluso con once, mostró unas carencias lógicas dada la estructuración de su plantilla, pero después de 13 títulos ver a Iniesta y Xavi matarse para ganarle un partido en casa al Sporting reconforta a todos.

Vayamos al partido en sí: la primera parte fue un horror. No ya porque el Sporting se encerrara -qué vamos a pedirle al penúltimo de la clasificación- sino por la falta de recursos ofensivos del Barcelona. La estructuración de la plantilla, lo venimos diciendo desde agosto, es una excentricidad. En todo el primer equipo hay un solo delantero centro  nato, Villa, que lleva lesionado dos meses y pico y lo que le queda. En el filial, más de lo mismo, solo Rodri se puede considerar un nueve de referencia tras la venta de Jonathan Soriano, y el ex-sevillista aún deja mucho que desear.

Con este handicap, el Barcelona se ve obligado a mascar la jugada mil veces antes de poder definir. Pese a tener casi un 80% de posesión, sus llegadas fueron nulas: solo un par de incursiones desde atrás de Adriano y Alves, eso fue todo. Cuenca lo intentó, pero sufría un uno contra dos constante, Pedro está a otra cosa y Cesc de falso nueve está bien cuando tiene quien lo acompañe, solo, alejado del balón se convierte en un jugador mucho peor del que era en el Arsenal.. Su partido fue más que discreto. De esta manera, el gol solo podía llegar por un despiste defensivo o una jugada tan elaborada que el atacante no tuviera más que empujarla.

Sucedió lo segundo: al filo del descanso, Keita encontró a Adriano, que había roto el fuera de juego para plantarse frente al portero y cruzar el balón a Iniesta que solo tuvo que tocarlo para marcar el 1-0.

Parecía que ahí acababa el partido, dada la propuesta visitante, pero nada más volver del vestuario tuvimos nuevas sorpresas. En una jugada intrascendente, Piqué se come la marca -eso es culpa suya- y el delantero gijonés es suficientemente listo como para exagerar un empujón que más parece una ligera carga. En el primer tiempo hubo dos empujones mucho más claros a Keita y Alves que el colegiado no vio o no consideró suficientemente punibles. Su criterio cambió en esta jugada: no solo señaló la falta sino que consideró la jugada como manifiesta oportunidad de gol pese a la llegada en masa del resto de la defensa barcelonista y expulsó al central.

Aquello descompuso mentalmente al Barcelona, tentado de caer en su victimismo ancestral y apelar a contravillaratos que por supuesto no existen: simplemente, insisto, los árbitros españoles tienen un nivel inaceptable. La falta acabó en una segunda jugada que Barral, recién entrado al campo en un hábil movimiento de Clemente, remató a la red, de nuevo sin marca, de nuevo sorprendiendo en el área pequeña. Eso sí que es culpa de la defensa y no del árbitro y una cosa no puede excusar la otra.

A partir de ahí quedaba la duda de si el Barcelona se instalaría en la protesta y los pitos o si seguiría luchando por el partido. Visto desde la distancia, no le iba mucho en el empeño o, desde luego, menos que al Sporting, que parece abocado al descenso. El colegiado se tragó un tercer penalti por mano intencionada de un defensa visitante -hay que reconocer que si bien los tres penaltis existen, todos son fruto de una inocencia desoladora de los centrales gijoneses-y, cuando peor pintaba la cosa, Iniesta decidió tomar el mando.

Era la única opción, el único desborde. Tello también ayudó abriendo el campo y volviendo a mostrar su facilidad para el uno para uno, pero fue el de Fuentealbilla el que se echó el equipo a la espalda y anuló cualquier intentona de rendición. Detrás suyo llegaron el resto, especialmente Keita, que culminó un excelente partido con un remate a la escuadra desde fuera del área ante el que Juan Pablo no pudo hacer nada. Era el minuto 81 de partido y el gol se celebró como el de una final de Champions. Esa era la intensidad del equipo.

La importancia de los Keita, los Mascherano, los Adriano en este tipo de equipos es vital y se pierde esa perspectiva cuando se entra en la narrativa ensimismada de "solo-lo-de-la-Masía-vale". Tener un jugador así como delantero suplente hubiera sido una excelente decisión allá por agosto. Y otro central tampoco hubiera sobrado. Esos jugadores (Belleti en 2006, Eto´o en 2009, Villa en 2011) dan títulos. Son imprescindibles. El problema es acertar.

Tuvo aún tiempo el Barça de marcar un tercer gol, tras una jugada maravillosa de Iniesta, que roba un nuevo balón, atrae a toda la defensa y da un pase fantástico a Xavi, quien resuelve "a lo Messi", es decir, con un suave toque que supera la salida del defensa, casi un nuevo pase a la red. Mal partido del Barcelona pero excelente actitud, justo lo que espera Pep en este momento. La mala noticia, de nuevo, la lesión de Alexis. Otra lesión muscular en un delantero para un equipo que no tiene delanteros. Puede ser la hora de Tello. Con la eliminatoria contra el Bayer Leverkusen resuelta sí puede ser un buen momento para probarle al más alto nivel.