Conocí a Jorge Díaz hace muchos años, casi nueve. Él era un guionista de moderado éxito y yo no era absolutamente nadie, un minutador nocturno en Sofres que pasaba las tardes colaborando con Grupobuho, escribiendo historias tristes de chicos tristes y participando en toda clase de concursos de televisión para poder pagarme un carísimo curso en la Escuela de Letras del que salí tan chamuscado que, cada vez que me invitan a la presentación de un libro, voy con traje de amianto. Hasta qué punto esa traumática experiencia ha influido después en mi relación -nula- con el "mundillo literario" es materia de otro post, lo que interesa aquí es que, de entre tantos posibles ahijados, Jorge me eligió a mí, supongo que porque no me tomaba demasiado en serio a mí mismo por entonces y a tan extraña pareja se nos unió Javier de la Mora, el "maestro" mexicano, que se tomaba todo tan a la tremenda que Jorge le obligó a verse una temporada entera de "Friends" para entender de qué iba el mundo.
Sinceramente, éramos unos tipos formidables.
A Jorge le perdí la pista con el tiempo. La pista, no el cariño. Supe que publicaba una novela, "Los números del elefante", en Planeta, y me pareció algo bonito. Luego nos re-encontramos en Facebook, compartimos columna en una revista cultural y nos cruzamos en distintos eventos, básicamente para hablar del Madrid y el Barça o del Madrid y el Estudiantes. Suya es una frase que me encanta: "Mi padre me dijo que me rodeara de guapos y ricos porque así parecería guapo y rico". Eso me lo dijo porque sabía de mi tendencia al decadentismo y quería alejarme cuanto antes, no fuera a ir por ahí recitándole versos de Walt Whitman a las chicas bonitas. Como si yo me supiera un verso de Walt Whitman, por otro lado.
El caso es que Jorge Díaz presenta este martes 20, a las 20 horas, su nuevo libro, "La justicia de los errantes", que tiene una pinta estupenda y, si no me equivoco, visita a Durruti antes de la exaltación del durrutismo. Lo publica con Plaza y Janés, creo, otra gran editorial, y para mí es un honor saber que estuve ahí mucho antes y verle rodeado de ricos y guapos y confiar en que alguien me confunda con él en algún momento.
Más estrenos: Pablo Ager presenta disco el miércoles 21 a las 21 horas -ya es casualidad- en la Sala Costello, un lugar tan querido para mí como el propio Pablo: el lugar donde empieza mi primera y muy inédita novela y donde he pasado tantos buenos ratos con Laura López-Clemente y tantos otros en el mítico "Fuera de Contexto" de 2010-2011. Ni me acuerdo de cuándo conocí a Pablo, pero supongo que sería en el Búho Real y allá por 2006, cuando él seguía regalando su "Durmiendo en azoteas". Algún concierto de Dani Flaco, que, por cierto, también presenta estos días
single y vídeo.
Pablo ha sido algo así como mi compañero de estigma durante estos años, con mayor o menor frecuencia. Estuvimos juntos en Barcelona cuando grabó su segundo disco, "Incierta memoria", y fue de los primeros entrevistados en mi serie
"La primera entrevista" que quizás algún día tenga algo de profético, quién sabe. De momento, es un orgullo verle contestar preguntas
en blogs de Antena 3 y saber que ha aprendido a disfrutar y a centrarse en su música y sus amigos, sin cebarse en las matemáticas.
Las matemáticas, ese gran enemigo del creativo.
Dos días seguidos de celebraciones. Después, Medina del Campo. Caras conocidas y la Chica Diploma aguantando cortos y cortos. La Chica Diploma es algo parecido a eso que cantaba Thom Yorke en "
There, there": "Heaven sent you to me, to me, to me..." y yo soy algo parecido a un hombre con suerte.