Casi todo lo que lleva pasando en España en los últimos 80 años está ya en los libros de Ortega y Gasset, nosotros solo podemos apuntar al pie de página o actualizar con ejemplos contemporáneos. Decía Ortega que el vicio del español era "la acción directa", es decir, el "esto lo arreglo yo". Por ello, insistía el filósofo, el ciudadano español siempre miraría con desconfianza a los políticos. Los políticos, como mediadores, son precisamente los que impiden la acción directa y buscan un consenso en términos medios que, muchas veces, acaban por no satisfacer a nadie.
Ayer, de manera inopinada, los chicos de la acampada de Sol decidieron manifestarse frente al Congreso de los Diputados, incluso a una hora a la que no había diputados, solo señoras de la limpieza. A mí me pareció un grave error: de entrada, por la precipitación cuando ya hay manifestaciones con un apoyo sólido convocadas en los próximos diez días; después, por una cuestión simbólica: el Congreso de los Diputados es el símbolo de conciliación después de años de dictadura y la expresión de la soberanía nacional, respaldada por millones de votos de todas las provincias. Eso nos lleva a un tercer error: creer que la parte es el todo, es decir, de nuevo, "esto lo arreglo yo", lo que suele provocar un evidente desafecto por parte de la mayoría de la ciudadanía, miedo en ocasiones, y al menos una cierta prudencia que puede hacer que a partir de ahora el llamado "15-M" se mire con desconfianza cuando no tendría por qué.
Mi opinión sobre estos políticos -no "los políticos", en general, en un sentido orteguiano, sino estos políticos mediocres, mal preparados, privilegiados y que han llegado ahí a base de decir "sí y amen" llevándose a menudo un buen sobresueldo por el camino- está claramente explicada en posts anteriores, no necesito repetirla. También creo, obviamente, que no todos los políticos son así y que los hay formados, entregados, honestos y que trabajan hasta la extenuación por mejorar el país. Esos políticos, generalmente, quedarán en el fondo de la recámara mientras los pelotas, aduladores y corruptos van progresando en las listas.
Sin embargo, la acción directa no lleva a nada, insisto. Millán Astray, el sanguinario tuerto general de la legión, entró en la Universidad de Salamanca al grito de "Viva la muerte" y Unamuno le retrató: "Venceréis, pero no convenceréis". Exacto, ahora mismo se trata de convencer y no de tomar universidades ni parlamentos por las bravas. Convencer a los millones de españoles no convencidos todavía y que probablemente si les ofrecieran una salida pacífica, organizada e inteligente, como fue el propio 15-M la semana antes de las elecciones y no el agit-prop de ahora, acabarían sumándose a nosotros, saliendo a la calle y arrinconando a los políticos, no físicamente, sino intelectualmente.
Que la decisión de Bono de ayer de reducir un día más las jornadas laborales de los diputados haya sido recibida con indignación por todos los partidos políticos es un síntoma de que saben que les estamos vigilando y, siendo optimistas, puede que con eso baste.
Por supuesto, todo esto tiene que hacerles pensar. Ir al Congreso a acampar e insultar a los diputados me parece un error, pero, ¿cuántos errores en cadena y durante cuántos años se han producido para que acabe pasando algo así? Yo tengo 34 años y no he tenido un contrato decente en mi vida. Todo ha sido en negro o temporal o con reducción falsa de jornada o por ETT. No han cotizado por mí todo lo que deberían y no sé de dónde demonios voy a sacar una pensión cuando me jubile. Si me jubilo. Ni tengo futuro ni tengo presente, ¿cómo no voy a entender a los chicos de la acción directa? Claro que les entiendo, pero les digo: "No es el camino. Primero convence y luego vencerás".
No sé de dónde vienen las prisas ni las desconfianzas. Los ciudadanos no salieron a la calle ni coparon las portadas porque el 15-M les llamara. Salieron porque estaban tan hartos como los del 15-M. Y lo seguirán estando. Indignados no, ojo, desesperados: ese ha sido siempre mi adjetivo frente al panfletario de Hessel. Es imposible formar a una generación con carreras universitarias, doctorados, masters, acceso a la enseñanza de idiomas, hacerla coincidir además con una revolución tecnológica sin precedentes en la historia que hace que el acceso a la información de todo el mundo sea automática y pensar que la puedes condenar al paro o al chuleo sin más.
No sé a quién se le ocurrió la idea pero más vale que vayan dando marcha atrás porque si no, esto va a estallar de otra manera. Probablemente aún más populista y radical. Acción directa. A ninguno nos gusta ver el Congreso de los Diputados rodeado de manifestantes con megáfono. No es una imagen agradable. Lo triste, de verdad, es que a estas alturas los únicos interesados en entrar en el Congreso sean precisamente los ciudadanos, mientras los políticos desaparecen de escena, convirtiéndolo en una multitud de escaños vacíos.
Con razón, inteligencia y denuncia de los abusos, esto conseguirá cambiar muchas cosas. Aquí y en Europa. A base de acción directa, ya sabemos que siempre va a ganar Millán Astray. O en su defecto, los mossos d´esquadra.