Luis Milla hizo subcampeona de Europa a la selección sub 19 de los Canales, Thiago, Romeu y Rodrigo para hacerse cargo de la sub 21 que naufragaba con López Caro en pos de una clasificación olímpica que parecía imposible. A pesar de todo el talento con el que contaba aquel equipo, apenas pudo ser segundo in extremis en la fase de clasificación y jugársela en la repesca con Croacia. El partido de ida dejó muchas dudas pero el de vuelta, ya con Mata, habitual del primer equipo, dejó un marcador concluyente: 0-3 en un ambiente hostil y jugando a fútbol como los ángeles.
Después de tanto trasiego, España se plantó en Dinamarca con un equipo impresionante pero la duda de su competitividad. Los rasgos de juego no se abandonaron nunca: posesión altísima, ataque constante, recuperación tras pérdida de balón... Todo lo que ha hecho a la absoluta campeona del mundo y al Barcelona, campeón de Europa. Sin embargo, esos rasgos no bastaron ante Inglaterra en el partido inaugural: un despiste en el último minuto hizo que una merecida victoria pasara a ser un empate y surgieran las dudas en torno al aguante mental del equipo.
Ahí entra Milla, de nuevo. Lejos de renunciar al juego de pase y toque, a pesar de las críticas de excesiva horizontalidad, o de renunciar a Adrián como falso nueve ignorando los palos que recibió el jugador del Deportivo, Milla abundó en la idea ante República Checa y Ucrania. España podrá ganar o perder, porque de eso se trata, pero al menos siempre será valiente. Quitó a un extremo, Jeffren, y puso a un media punta llamado a ser una estrella del futuro: Muniain. Con el jugador del Athletic en la cancha, España firmó sus mejores minutos en el campeonato, y consiguió holgadamente su pase a semifinales.
Sólo que en semifinales pasó lo mismo que en el primer partido: poca profundidad, algo de tensión, excesivos adornos de determinados jugadores... España estuvo a un minuto de la eliminación pero igual que la fortuna se había aliado con Inglaterra entonces, ahora se alió contra Belorrusia y Adrián marcó un gol que valió un Europeo: después, todo ha ido rodado, la prórroga ante los belorrusos y la final ante Suiza.
Con altos y bajos propios de la edad y de jugadores que aún tienen que aprender a competir mejor, España siempre ha sido reconocible: más del 70% de posesión del balón, 11 goles a favor en 5 partidos... y 2 en contra. Recordemos que en las tres grandes finales del fútbol español: Eurocopa 2008, Mundial 2010 y este Europeo Sub 21, el rival nunca ha marcado un gol. Y, desde luego, no es casualidad.
Algunos jugadores salen muy reforzados de este campeonato, así como sus equipos: Javi Martínez, Ander Herrera e Iker Muniain tienen un futuro más que prometedor en el Athletic; Adrián ha demostrado tener un sitio en el Atlético de Madrid, igual que Domínguez; Montoya, Botía y Thiago merecerían estar en la plantilla del Barcelona del año que viene, igual que la floja actuación de Bojan y Jeffren -pese a su gol en semifinales- parece condenarles al traspaso. Didac pronto será una alternativa en la absoluta y Mata es un jugador de posibilidades ilimitadas.
En toda esta retahila de estrellas notarán que falta un equipo. El Real Madrid. Ya es grave que solo dos canteranos-Casillas y Arbeloa- hayan sido campeones de Europa y del Mundo con la absoluta, pero que ni siquiera tengan un recambio es desolador. Si el Barcelona repesca a Botía -y debería hacerlo- tendrá a cinco jugadores campeones. Serían seis si ficha Mata. El Madrid, cero, otra vez a construir desde la chequera. Obviamente, solo con cantera es muy difícil mantener este nivel de exigencia brutal del fútbol de élite, pero un mínimo de cantera es necesario para aliviar gastos.
Por ejemplo, el Barcelona debería plantearse muy seriamente si de verdad necesita a Thiago Silva, Alexis Sánchez y compañía. Ahora mismo, si yo fuera Rosell, me quedaría con Montoya, repescaría a Botía por los cinco millones estipulados, ficharía a Mata por 30 millones y el resto, más las ventas de Bojan y Jeffrén lo dedicaría a Giuseppe Rossi, un delantero letal y acostumbrado a la liga española. Luego queda la duda de Thiago y Cesc. Tener a los dos parece un poco innecesario, teniendo en cuenta el precio del capitán del Arsenal y el overbooking de mediocampistas del filial, encabezados por Sergi Roberto, el ojito derecho de Guardiola en el segundo equipo.
Si quieren resultados ya, pueden intentar vender a Thiago y traer a Cesc, pero deberían hacerlo por una cantidad obscena de dinero y con opción de recompra. Si tienen paciencia, y el jugador corresponde, probablemente el hispano-brasileño tenga un sitio en la primera plantilla... y en la selección de Del Bosque.