En un momento de la tarde, Jorge se entera de que mi madre compuso "No me importa nada", entre otras canciones. Se queda muy sorprendido y empieza a entender cosas. "Es como si tu padre fuera Picasso y te gustara pintar, siempre estarías pensando que lo haces horrorosamente mal", le digo. Estamos cerrando cosas de las cuatro canciones que hemos compuesto juntos. Jorge se encarga de la música y canta, yo compongo la letra y procuro no estropear demasiado lo que me manda, que, hay que decirlo, es bastante bueno.
A mí las letras de canciones siempre se me han dado mal. Carezco del ritmo necesario y de la práctica. Además, soy tremendamente pudoroso y, como dice Luis Ramiro, me da un poco de vergüenza escribir canciones que digan "corazón, amor o mar". Intento contar mucho y acabo enredando el verso. Me resulta muy curioso porque crecí escuchando letras de canciones y llevo 34 años haciéndolo, quiero decir, esto no es como la poesía, que siempre me ha tocado muy de refilón, algo se me debería haber pegado.
El caso es que a Jorge le gusta lo que hago y algún estribillo queda bien y es pegadizo. Al menos procuro no ser demasiado obvio, aunque el ritmo pop es inglés y cualquier cosa que se diga en castellano con un ritmo pop suele quedar ridícula. Hay excepciones, por supuesto, y a esas excepciones se les llama "genios".
Yo no soy ningún genio de nada. Siempre he dicho que de lo único que de verdad sé es de deportes. Pregúntenme el dato absurdo que quieran, probablemente lo conozca. El resto... depende del día. Al recuperar la salud recuperé un cierto entusiasmo y ahora se vienen unos meses esperanzadores: aparte de las canciones, que pronto registraremos en la SGAE para ponernos con más, tengo el viernes por la mañana una entrevista en una editorial para mi libro del 15-M, mi primera novela está en manos de quien creo -espero-será mi agente literaria, la segunda novela la escribiré en verano, lo tengo decidido, y en medio queda un cortometraje del que soy guionista, una serie para Internet que también pensaba guionizar en colaboración con un buen amigo y la obra de "microteatro por dinero" que queremos montar María García de Oteyza, Andrea Trepat, David Pinillos y yo.
Por estadística, algo será terriblemente malo, pero, por estadística también, algo tiene que ser bueno y funcionar. No voy a decir que me dé igual porque es mentira, pero reconozco que llegar a este momento en el que puedo escribir este post ya es para mí una victoria. Hace dos meses -como una ola, el Tryptizol llegó a mi vida- todo esto hubiera sido inimaginable. Tener ganas de crear y vivir. A lo mejor a ustedes les resulta muy sencillo pero por momentos yo no lo tuve tan claro.
Así que, con éxitos o sin ellos, decir esto, ya de por sí, es una buena noticia.