Sin embargo, al final de la película, me encuentro con la clave que me había pasado desapercibida cuando la vi en el cine: la petición de amistad a Erica Albright al final del todo, refrescando continuamente la página para ver si la otra le acepta o no. El fundador de Facebook, el multimillonario más joven del mundo y todo ese largo etcétera, delante del ordenador como cualquier adolescente esperando el mensaje, "la notificación". Mark Zuckerberg, por un momento, vulnerable, como un Ignatius Farray con el ceño fruncido.
Es un detalle decisivo en la película: da a entender que Zuckerberg montó Facebook para conseguir olvidar a Albright y que después de todo lo único que consiguió fue volver a encontrarla, la posibilidad de volver a encontrarla una y otra vez, su imagen y su vida actualizada año tras año. Efectivamente, eso es Facebook: un bar de borrachos autocompasivos. Creo que la imagen sería más contundente si lo que viéramos en la pantalla del portátil fuera el típico mensaje de "este usuario no desea que le envíes solicitudes de amistad". Zuckerberg baneado en la red de Zuckerberg. Zuckerberg como "stalker". Supongo que no quisieron llegar tan lejos.
Yo, en el primer visionado, creí que le pedía amistad a la abogada. No sé por qué, pero me pareció que tenía más sentido.
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Algo parecido me pasó a mí en 2008 o 2009, cuando llegué a San Sebastián pletórico y no solo le pedí amistad a L. sino que le mandé un mensaje no ya de amistad pero sí de "al menos mantengamos las formas después de tres años". Su respuesta fue escueta, educada pero devastadora: "Me alegro de que todo te vaya bien, por favor que esta sea la última vez que tratas de ponerte en contacto conmigo".
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David Gistau intenta tener su momento Jep Gambardella con Susana Díaz y le pregunta exactamente qué margen hay de ajuste en la Constitución para dar más autonomía a Cataluña. "No es a Cataluña, es a todos", dice Díaz. "Sí, pero, ¿cómo se consigue más autonomía para Cataluña en concreto dentro del nuevo acuerdo constitucional que propone?", insiste Gistau. "Negociando", afirma Díaz, muy segura, y ya desesperado, con la media risa de la incredulidad, el periodista acaba casi suspirando: "¿Pero el qué?" Y ella vuelve a repetir su "bullshit" aprendido de memoria, el mismo que le ha ido aupando hasta la Junta de Andalucía sin haber ganado elección alguna.
Yo no tendría tanta paciencia, aunque también es cierto que yo tampoco tengo nada que perder y que no se vea en esto una crítica a Gistau porque él, al menos, lo intentó. Yo me habría puesto de los nervios y habría soltado algo parecido a "Pasa usted por ser uno de los líderes políticos de este país, viene a este programa a hablar sobre Cataluña, pide una reforma de la Constitución, ¿y no es capaz siquiera de dar un ejemplo concreto de cómo encajaría su nueva Cataluña en su nueva Constitución? Solo uno, señora Díaz, no me puedo creer que no se haya preparado al menos un ejemplo".
Todo esto para culminar, quizá, guiño a los pedantes, con un "¿qué es una vibración, señora Díaz?"
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Me parece que el 9-N ha votado mucha gente en Cataluña. También me parece que no ha votado mucha gente, más incluso, y con eso se andan zumbando los unos a los otros. Una demostración más de que, como decía Borges, demasiadas veces la democracia no es sino un abuso de la estadística