lunes, noviembre 24, 2014

Rosa Díez en el Frente Popular de Judea



Rosa Díez utiliza su cuenta personal en Facebook para acusar a Ciudadanos de nutrirse en Aragón de "tránsfugas y disidentes de UPyD". La parte de los disidentes me encanta. Rosa Díez, que ha tenido que lidiar durante los últimos siete años precisamente con ese adjetivo, coge y se lo suelta ahora a los demás. Es increíble lo rápido que envejecemos. UPyD nació en 2007 con la intención de proponer una regeneración no solo moral sino intelectual, con Savater y Pombo a la cabeza; cuando vio que la cosa iba bien empezó a lanzarse contra el bipartidismo y enumerar todos los males de PP y PSOE, luego se dio cuenta de que la crisis del bipartidismo en realidad beneficiaba a Pablo Iglesias y desató toda su ira contra Podemos... hasta que. bajando, bajando, ha acabado en una guerra contra Ciudadanos que, por lo que veo, lidera la propia cabeza de partido.

A mí me parece una pena porque yo les he votado mucho y nunca me he avergonzado de decirlo aquí y donde fuera, pero la deriva es completamente enloquecida. Es probable que todo partido lejos del poder acabe irremediablemente en una especie de Frente Popular de Judea, pero votar a alguien que se empeña en convertirse en un sketch de Monty Python me va a resultar complicado. El problema es la alternativa, esto es, la falta de alternativa, así que quedan unos cuantos meses para pensar si mejor votar nulo o en blanco. A día de hoy, me decantaría por lo primero.

**************

La encuesta de El Mundo da por fin a Podemos como primera fuerza política del país. Es un fenómeno para estudiar, en eso estaremos de acuerdo, aunque sin distribución de escaños es complicado hacer cálculos fiables al respecto. Yo tiendo a no creerme que Pablo Iglesias vaya a conseguir un 28% de los votos y los cinco millones de papeletas que eso implica, igual que no me parece probable que PP y PSOE se queden en un 46% conjunto por mucho que en las europeas estuvieran ya en esas cifras. Otra cosa es hasta qué punto pueden equivocarse las encuestas: sí, hay un voto oculto del PP y hay un voto excesivamente voceado de Podemos, pero si te dan un 28% es complicado que te quedes en un 15% y con una expectativa del 26% tener una mayoría suficiente es una quimera.

En cualquier caso, las generales quedan lejos y dependen de muchos factores. Otra cosa son las municipales y las autonómicas, donde aún no sabemos si Podemos se presentará o se limitará a apoyar candidaturas afines. Puede que mucha gente se piense dos veces que Monedero sea vicepresidente del gobierno pero no le importe tanto que el equivalente en cuestión sea alcalde de su ciudad, aunque sea por echar al que lleva 20 años ahí. Las proyecciones de El Periódico le dan a Podemos, que supongo que se aliará con Guanyem, unos resultados espectaculares en Cataluña, demostrando que hay muchos votantes muy hasta las narices de algunos debates y no solo de la corrupción.

En Madrid, la cosa puede ser realmente espectacular. Nunca pensé que el PP podría perder unas elecciones en la capital, pero empiezo a contemplar la posibilidad. No solo que Podemos adelante al PSOE de Carmona sino que se atreva con la todopoderosa maquinaria dirigida por Aguirre. Lo mismo pasará en otras capitales y puede que en alguna autonomía. Queda un año para las generales y preveo un cierto cansancio en el electorado potencial de Pablo Iglesias pero las municipales, insisto, están a la vuelta de la primavera, coincidiendo casi con el 15-M. Será una buena piedra de toque en un país donde el poder local es tremendo.

***************

De empezar una biografía sobre Federer, muchos elegirían su primer Wimbledon o el último o incluso la Copa Davis que acaba de ganar en Francia. Yo comenzaría el libro por la final del US Open de 2004. Por supuesto, ya le conocía de antes y ya le admiraba, a una cierta distancia. Aquella final la jugó contra Lleyton Hewitt, que había acabado 2001 y 2002 como número uno del mundo y llegaba al último partido del torneo sin ceder un solo set y jugando solo un "tie-break". Muy sobrado, vaya.

Lo de aquel día fue algo más que una exhibición. Llevaba viendo tenis desde los siete u ocho años, cuando mi tío Pancho ponía en casa partidos de Lendl contra McEnroe o el Sergio Casal de turno destacaba en la Copa Davis, pero nunca, jamás, había visto a nadie jugar así. Era algo más que dominio, era belleza. Hewitt se comió dos roscos y Roger ganó en tres sets. Aquel fue su cuarto trofeo de Grand Slam y luego vendrían otros trece, casi cuatro años seguidos como número uno del mundo y exhibiciones del estilo.

A Pablo Martínez Arroyo le gusta mucho discutir sobre quién es el mejor jugador de la historia y trae siempre a colación el cara a cara tan negativo que tiene Federer con Nadal. Tiene su punto de razón: podemos no estar de acuerdo en quién es el mejor jugador de tenis de todos los tiempos pero no hay duda en que Nadal es de largo el mejor de la historia sobre tierra batida. Eso. lógicamente, te fastidia cualquier registro personal. Lo que yo intento explicarle es que hay algo más allá de las 302 semanas como número uno, los 17 Grand Slams, los 6 Masters, el oro olímpico en dobles y la plata en individuales. La Copa Davis a los 33 años y con cuatro hijos a cuestas. Hay algo que se llama convencimiento y no puede apoyarse en cifras: yo nunca disfruté tanto viendo jugar a un deportista. Si a eso le sumamos la longevidad y los títulos, el debate para mí no tiene más vuelta de hoja que la que le quiera dar Rod Laver.