domingo, noviembre 23, 2014
Festival Eñe 2014. II. Manuel Jabois y Manuel Rivas
Uno de los mejores momentos de cada festival Eñe, desde su primera edición en 2009, es cuando aparecen Pedro y Sonia y me dejan un asiento a su lado para ver la charla o conferencia que corresponda. El turno este año es para Manuel Jabois y Manuel Rivas, que conversan con la familiaridad que da la tierra compartida, igual que sucedía ayer con Pron y Fresán. Es más que nada un recuento de vivencias personales y profesionales con Galicia de fondo. Recuerdos de secciones de local.
El titular de la charla para Sonia lo da Manuel Rivas: "Nos pasamos la vida buscando un epitafio". Yo no estoy muy de acuerdo con la frase así que me quedo con una reflexión en apariencia inocente de Jabois: cuando estaba en Pontevedra, dice él, con su punto de exageración habitual, tenía 14 lectores y los conocía a todos. Ahora que está en Madrid no sabe quién es lector y quién no. La frase me recuerda a lo que escribió en su día Arcadi Espada sobre los columnistas que están demasiado preocupados por los comentarios al pie de internet o las redes sociales. No saber quién te lee es una bendición en demasiadas ocasiones, te da mucha más libertad. Cuando tienes a alguien dispuesto a gritarte o abrazarte en cuanto acabas la última frase empiezas a tener un verdadero problema.
En cualquier caso, lo que queda es un intenso dolor de cabeza producto de la falta de sueño y cierta sensación de hambre. Nos sentamos con Ana y el pequeño Manu, completamente cambiado en el último año, y Jabois me invita a una botella de agua para tragar el paracetamol. Rivas está encantador, más aún cuando saco Malpica de Bergantiños a colación . "Tuve una novia que era de allí" le explico, recordando cómo T. tenía el "¿Qué me queres, amor?", en gallego como libro de cabecera. "Era un pueblo precioso", insisto, "pero como me dejó ella no he vuelto a pisarlo, por no molestar". Rivas me mira con cara de ternura, ojos claros y sonrisa siempre en la boca. Don de gentes. Intento regalarle un libro pero los del puesto de Lapsus se han ido a comer. Ana, Manuel y Manu se vuelven a casa, supongo que a ver el fútbol. Yo vagabundeo por Huertas hasta que me doy cuenta de que lo mejor es volver a casa y echarme una siesta.
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Debió de ser hace cinco años, puede que seis. Irene y yo habíamos quedado para tomar algo y paseábamos por la plaza de España. Tiempos de Trovadicta y Libertad y Búho Real y lo que cayera. Caminando, caminando nos encontramos con Marwan. Yo estaba agobiado por algo, vayan ustedes a saber el qué y Maru me pilló por banda y me estuvo explicando que esto era muy largo, que teníamos que currárnoslo nosotros todo, que no había que darse por vencido y que lo único que valía era trabajar.
Cuando nos encontramos en el festival, ya en 2014, me acerco para recordarle la anécdota y resulta que se acuerda perfectamente. "Te metí una charla de cojones", dice, y me pregunta si sirvió para algo. "Me acuerdo seis años después así que supongo que sí". A Marwan le sirvió, desde luego: no solo ha ido creciendo como músico sino que como poeta acaba de vender 17.000 ejemplares de su primer libro. Para los que no sepan de lo que hablo, es una puta barbaridad.
La editorial que ha montado al efecto incluye libros de Luis Ramiro y Rafa Pons. Los dos están también por ahí, Luis más reservado, como siempre; Rafa, más efusivo. Acaba de tener él también un niño, cinco días más pequeño que el mío. Es curioso porque Rafa y yo cumplimos años con dos días de diferencia así que sí, puede que haya algo de esotérico en todo aquello. Ya he dicho alguna vez que los conciertos de Luis eran magníficos pero los de Rafa tenían un punto especial. Nunca me he divertido tanto viendo a alguien. Saber que todos seguimos ahí y que nos va bien me da una cierta sensación de tranquilidad.
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También anda por el Círculo, Javier Gutiérrez, autor de "Un buen chico" entre otras novelas. Hablamos de la paternidad y de lo imprescindible que es tener hijos con la persona correcta. "Sé que parece una obviedad, pero no te haces una idea de hasta qué punto es importante", le insisto yo mientras espero que Elena Medel me confirme que han llegado Borja Casani y Jorge Diezma y podemos empezar la conferencia sobre el auge de las revistas impresas. De Elena me asombra su tranquilidad: como redactora jefe de la revista Eñe está encargada de casi todo, lo poco que no tiene que hacer Camino Brasa. Sin embargo, lo lleva con una serenidad pasmosa y sin ninguna prisa. Justo a las 8, cuando estamos, nos conduce al pequeño estrado en la sala chill-out y nos va presentando.
Hay bastante gente pero no se oye nada. Nosotros no oímos nada, aunque los espectadores sí. Peor sería al revés, pero cuesta mucho concentrarse. Borja lo menciona desde el principio y la verdad es que cuando coges el micrófono tienes esa sensación de estar hablando en mitad de una plaza llena. Muy difícil concentrarse. La charla, pese a todo, avanza. Yo menciono lo de Jabois de la mañana para reafirmar la necesidad de jerarquía en una publicación y que esa jerarquía empiece por el editor y no por el lector, por impopular que eso parezca; Borja explica el largo proceso hacia la creación de El Estado Mental y Jorge -en una intervención le llamo Javier pero no dice nada por educación; minutos antes había llamado Rodrigo a Patricio Pron- nos habla del fanzine "El burro".
Es un poco complicado tener una conversación en el sentido estricto porque solo hay dos micrófonos para los cuatro y el ruido dificulta incluso oír a los contertulios pero queda una cosa moderadamente chula. Entre los asistentes, aparte de mis padres y mi mujer y el entrañable Toño Angulo, están Sofía y Ana. Las dos se han perdido en un principio y solo una de ellas ha sabido encontrar el sitio después de un rato. Para compensar, Ana se viene a tomar una cerveza con nosotros. De repente, en medio de un bar de la plaza de Sevilla me doy cuenta de que va a hacer 30 años que nos conocemos. 30 años y sigue ahí. ¿No les parece formidable?