jueves, noviembre 13, 2014
Noches de bourbon y fresas
Al llegar a casa, dejo la mochila en el sillón y me siento al escritorio para trabajar un rato en el ordenador. A un lado de la mesa está el último libro de Andrés Barba. Lo compré hace una semana o algo así, parte del regalo de aniversario de la Chica Diploma, y ahí se quedó. No hay tiempo ni para colocarlo en la estantería. Medio agotado y mientras Windows se inicia, que ya saben que puede ser un proceso muy corto o muy largo, los ojos se me van al libro y leo "Guillermo Ortiz". Me quedo un poco extrañado porque a qué se iba a hablar de Guillermo Ortiz en un libro de Andrés Barba así que leo con más atención y, sí, pone Guillermo Ortiz.
Es un entrecomillado de la reseña de "Ha dejado de llover" que hice para Sigueleyendo. No dice gran cosa, lo típico, que Barba es muy bueno y tal. No es la primera vez que me pasa, pero sí es la primera vez que me siento realmente orgulloso de estar ahí, quizá por lo inesperado y por lo mucho que admiro a Barba. Las otras referencias de la contraportada son Pozuelo Yvancos, Mario Vargas Llosa y Rafael Chirbes, ahí queda eso. Es una tontería porque lo suyo sería escribir un libro y que apareciera Andrés Barba hablando maravillas de mí, pero me hace ilusión, qué le vamos a hacer.
Me gustaba hacer críticas literarias y a lo que se ve la gente las leía. Y alguien en Anagrama o, quién sabe, el propio Andrés, han decidido que mi nombre tenía que estar ahí como referencia para vender el libro. Teniendo en cuenta que nadie me conoce solo lo puedo entender como un gesto de tremenda amabilidad. Y como tal, lo agradezco.
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La otra buena noticia literaria del día -y fueron varias, hay miércoles muy locos- fue la confirmación de que estaré en el Festival Eñe 2014 hablando de periodismo digital y periodismo de papel en una mesa redonda con otros periodistas-escritores. Nos han dado un buen horario, además: el sábado a las 8 de la tarde, aunque aún no sé con quién coincidiremos. Los "festivales" literarios no son mucho más que una hoguera de vanidades, pero, ojo, a vanidad poca gente me gana. Estuve en Eñe desde el primer año, aunque solo fuera porque yo entré a colaborar para La Fábrica ya en 2003 y mi directora de entonces es ahora la directora del festival.
En 2011 me encargaron el blog del evento y creo que hice un trabajo de la leche. De los mejores trabajos que he hecho nunca. La gente todavía se acuerda de aquel chico que iba con su portátil de lado a lado y que tecleaba mientras la luz le iluminaba la cara en una sala de exposiciones oscura. Elogio de la hiperactividad. Cuando te invitan a algo así te dan una alegría enorme, por lo que he dicho del ego y porque, bueno, siempre piensas que tienes cosas que contar y que te den un público es el complemento perfecto.
De todos modos, lo realmente bueno de que te inviten es evitar la frustración de que no te inviten. Esa horrible sensación del Festival Acróbatas de 2009 o de otros Festivales Eñe anteriores. Claro que, entonces, quiero pensar, no había publicado tantos libros ni había colaborado en tantos medios ni, supongo, tenía la paciencia de los 37 años.
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Como voy últimamente con "El cuaderno gris" de un lado a otro sin demasiado éxito lector, me acuerdo mucho de Patricio Barandiarán, que incluyó un trozo de la entrevista de Pla con Joaquín Soler Serrano como pista extra de uno de sus discos. ¿Qué habrá sido de Patricio? Supo concentrar admiradores y detractores enconados y sus conciertos eran francamente divertidos, apoyados en su propia personalidad errática, ese querer ser Julio Iglesias pero en decadente, en aún más decadente. Un Julio Iglesias que, en vez de vivir en Miami viviera en el Toni 2.
Su otro ídolo era Serge Gainsbourg, incluso llegó a escribir una canción que se llamaba "Tú me quieres, yo tampoco..." pero la hizo tan distinta que casi nadie advirtió el guiño. A mí Patricio me gustaba, como me gusta casi todo, cuando se le veían las costuras, es decir, cuando se caía un poco la pose, como en aquel "no me olvido de ti y creo que es injusto... y lo peor, mi amor, es que al amarte traicioné mis gustos" o cuando la exageraba en la ironía de chica caramelo tumbada en la bañera y soñando con un mundo glamouroso en el que no hubiera más poder que el poder de su belleza, que cantaba Courtney Love.
Algo fue mal y no sé el qué. Quizá lo único que pasó fue que todos imaginábamos que le iba a ir de maravilla y las expectativas se lo comieron. No sé lo que pensaba él. Patricio era un tío que por mucho que compartieras con él cafés y borracheras nunca tenías claro exactamente qué le pasaba por la mente. Eso no quiere decir que no fuera entrañable y que no le eche de menos. Una madrugada de hace varios años me llamó para invitarme a una orgía y yo fui corriendo, dejando a una chica maravillosa bien acompañada en una discoteca de Malasaña. Me encontré a un montón de pirados y cuatro chicas con cara de aburrimiento pensando en dónde se habían metido. Entonces entendí que la decadencia es algo que, para encontrarla, antes hay que buscarla con mucho ahínco.
Algún día volverá, fondón y millonario, empresario o agente comercial o algo así que dé mucho dinero. Una especie de Jorge Mendes. Ese día, espero, dará un concierto en el Búho Real y nos invitará a putas de lujo con champán y fresas. Yo, como siempre, le diré que no, que agua, y él no entenderá nada.