miércoles, noviembre 19, 2014
Tal vez Buenos Aires
Dice el tópico que en política no te matan los enemigos, te matan los amigos. No estoy del todo seguro de que el tópico sea cierto pero supongo que hay casos que lo prueban. Podemos lleva tanto tiempo peleándose con Inda, Marhuenda y Aguirre que quizás ha infravalorado el poder de su verdadero rival, esto es, el PSOE. Con el PP instalado en las encuestas entre el 25 y el 30%, nadie puede pensar que los socialistas van a dejar pasar esta oportunidad en aras de una beatífica refundación de la izquierda. Nadie hace eso y ellos no serán los primeros.
En ese sentido, la línea editorial del periódico socialdemócrata de cabecera, El País, siempre ha sido clara y crítica con el partido de Pablo Iglesias, pero las dos piezas de hoy en portada de la edición digital -recuerden, mil veces más leída que la de papel- dejan claro que esto es la guerra. Un artículo que parece pertenecer a un blog rescata las loas de Monedero a Chávez. Son ridículas pero eso no es lo que me preocupa porque la relación de amor de Iglesias y Monedero con Chávez no es algo nuevo y nada de lo que vayan a arrepentirse.
Lo que me preocupa es que es una venganza. En el artículo se dice claramente: "A ti no te gustan nuestros editoriales, nosotros sacamos tus elegías de cuando creías que no eras nadie". La otra noticia en cuestión es la de la beca de Íñigo Errejón, que ha sido ampliamente celebrada en redes sociales. Al parecer, Errejón está becado y no está claro que vaya a cumplir con sus compromisos universitarios. Chico malo. Estoy dispuesto a aceptar que, en unos estándares alemanes de cumplimiento moral de las responsabilidades, Errejón tuviera que apartarse de la política en el caso de que, efectivamente, esa beca no acabe en el trabajo deseado. El problema es que el plazo aún no ha terminado y no veo en Errejón ningún privilegio: te becan para una investigación, te dan un plazo, si no cumples con lo acordado, te piden el dinero de vuelta. No hay nada escandaloso de momento, si acaso la presunción ajena de que ni piensa acabar la investigación ni querrá devolver el dinero.
Creo que he dejado claro muchas veces que a mí no me gusta Podemos. No pasa nada, tampoco me gustan muchos otros partidos políticos. Eso no quiere decir que esté de acuerdo con este linchamiento a Errejón que pasa incluso por sacar a su padre a paseo. Si yo tuviera que presentar la biografía de mi padre antes de tener una vida pública igual me iba retirando ya a una cueva. Sin embargo, el mensaje cala y cala precisamente porque no lo dicen Inda, Marhuenda ni Aguirre sino El País y Ana Pastor. Solo falta Jordi Évole para que Pedro Sánchez roce la mayoría absoluta.
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Una de mis exageraciones favoritas es nombrar a Roger Federer y Lichis como los dos únicos genios que conozco. Me gusta decirlo mucho porque confío en que Miguel lo oiga alguna vez y se sienta bien, más que nada porque supongo que Roger lo tiene más presente. A Lichis le conocí en 2005, en su casa de Terrassa, con su primera mujer, Sonia. Acababa de publicar "Hotel Lichis", uno de los mejores discos en castellano que se han publicado en lo que va de siglo y que acabó en algo parecido al olvido.
Lichis lo llevó mal y eso, junto a otra serie de circunstancias, le trajo a Madrid a replantearse qué era eso de La Cabra Mecánica, qué sentido tenía y qué camino debía seguir. Ha tardado demasiado tiempo en contestarse a esas preguntas, demasiado al menos para sus fans, pero ya está de vuelta: esta noche, en la Joy, presentando "Modo avión". No sé cómo le irán las cosas pero supongo que mal, como a todo el mundo. Anoche, Alberto Olmos mencionaba una entrevista con Pedro Maestre en la que explicaba cómo era pasar de vender 80.000 libros a que nadie quiera ni siquiera publicarte.
Lichis vendió 80.000 discos y si no los vendió, desde luego pareció que los vendía. Hoy todo es distinto y lo que queda es el prestigio y el respeto. Que Leiva acepte ser el batería de tu banda y te ceda todos los focos. Yo sigo pensando que es un genio y que hay algo en sus canciones que no está en nadie más, ni siquiera en el manido Joaquín Sabina. En lo que no tengo confianza alguna es en que haya ahora mismo 80.000 personas dispuestas a reconocérselo, ojalá me equivoque.
Una noche le dijo "bonita" a Laura Cuello y otra aguantó que una fan de Fito le llamara "Richie" durante horas hasta que acabó llorando a la salida de una discoteca de la calle Barquillo. A Lichis le quiero tanto, le admiro tanto que cuando me llama tardo cinco tonos en cogerle el teléfono, desmontando una de las canciones de su último disco. También es cierto que ya no me llama a menudo, quiero pensar que eso es porque es feliz.
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No sé cómo reaccionaría si mi madre se estuviera muriendo y un montón de periodistas se agolparan a mi alrededor buscando un primer plano de mis lágrimas. Supongo que mal pero también puede ser lo contrario, puede que la miseria del momento, la sensación de irrealidad que produce el hecho de que toda esa gente sepa que se está muriendo tu madre y aun así quieran exprimir la última gota del morbo a tu costa te aleje por un momento de la habitación de hospital, las noticias del médico, la respiración forzosa y las despedidas.
La Duquesa de Alba morirá pronto o eso parecen estar deseando todos los medios de comunicación. Para mí es un personaje fascinante. Cualquiera que se case con un filósofo es fascinante, si lo piensan. Luego si quieren podemos entrar en la lucha de clases y en los nobles oprimiendo al pueblo con la ostentación de su riqueza y todo el rollo, pero el título iba a estar ahí independientemente de la persona y la persona, al menos, se ha esforzado en conseguir ese punto de respeto que en España no regalan.
Una mujer consciente de su herencia y su legado. A ver si a Isabel la Católica le vamos a dedicar una serie de tres temporadas y a Cayetana Fitz-James Stuart, del linaje de los Estuardo, vamos a despacharla con un "mueran los ricos". En "Mis almuerzos con gente inquietante", Montalbán entrevistaba a Jesús Aguirre y de nuevo erraba el tiro. La fascinante era su mujer. Puede que el periodista no lo supiera o pensara que las cosas no podían ser tan obvias: rica, famosa y además inquietante, eso es mucho para una sola persona. Su marido, en cambio, parecía convencido.