viernes, noviembre 13, 2009

La Rubia de Pinos Puentes


Mi admiración por Vicente Villanueva es total. Desde “El futuro está en el porno” que creo que fue lo primero que vi suyo pasando por “Mariquita con perro”, “Heterosexuales y casados” y la obra maestra que es “La rubia de Pinos Puentes”. Señores, eso es dirigir actores y darles libertad dentro de un guión desternillante. Por supuesto, mantiene esa estética casi de “Callejeros”, con un narrador en off que va dando paso a situaciones confusas y con un montaje frenético.

Un mago del absurdo.

Lo de Carmen Ruiz, la actriz protagonista es insuperable. Es difícil ver una actuación parecida en un corto de comedia. Quizás Marta Belenguer, también con Vicente.

En general, la gala de este jueves de “Cortogenia” fue de un nivel superlativo. No siempre es así. Empezó algo floja con “La parada”, un corto bienintencionado pero con demasiadas limitaciones, tanto técnicas, como de historia y actuación. Alejandro Andrade, el director, es un buen tipo, sin duda, y la que nos pillamos en Medina con Álex Montoya fue apoteósica, pero en comparación su corto se quedó un poco en nada.

“El sobrino” es una demostración de medios bien utilizados. Una comedia con puntos casi chanantes bien interpretada e intensa. Ambiciosa, muy ambiciosa, y creo que la ambición es algo bueno. Todo lo contrario sucedía con “Pichis”: menos medios, todo trabajo de actores –se nota que la guionista es Natalia Mateo y la directora, Marta Aledo-, pero sin ninguna pega que ponerla: simple, pero efectiva. Buenos diálogos, excelente interpretación –con Raúl Arévalo, Luis Callejo y la propia Natalia no se podía esperar otra cosa- y gran sensibilidad. Amigos que se reencuentran. ¿Cómo no verse reflejados?

La joya extranjera de este pase fue “Love you more”, un corto que ya se pasó en Almería el año pasado y que fue comentado aquí. Su parecido con “Cómo conocí a tu padre”, de Álex Montoya es innegable, aunque el propio Álex, después del pase, lo admitía muy a regañadientes, con cara de “eso no es del todo así”. En cualquier caso, un año después, sigue siendo un corto de una sensibilidad magnífica y muestra el prodigio que supone contar una historia tremendamente sutil mediante un erotismo realmente explícito.

Yo soñaría con hacer cualquiera de los cuatro cortos mencionados. De momento, me conformo con el que he hecho. Da gusto ver a Guadalupe Lancho y saber que, de alguna manera, tú también estarás ahí pronto y por méritos propios. Sólo diré que el montaje de “Do not disturb” tiene una pinta excelente. Una pinta de Cortogenia en sus mejores días.