jueves, noviembre 19, 2009

En el ruso

Entran y Rodrigo Rato está sentado en una de las mesas, con perilla, cenando algo que parece rico junto a alguien que parece su mujer. Al principio, él no le ve, pero ella sí. El sitio tiene estética rusa y los camareros son argentinos.

Le habla de él, es decir, le habla de su adolescencia, que es todo lo que es él: "Doolittle" y "Black Hole Sun" rodeado de pinos enormes en medio del verano. Hey, been trying to meet you. Hey, must be a devil between us.

Or whores in my bed, whores at my door, whores in my head.

Hablan de ridículos pre y post-adolescentes. Son buenos haciendo el ridículo. Él es bueno haciendo el ridículo y ella es buena detectando el ridículo. Son chicos estéticos. Son francotiradores, también. Un francotirador reconoce a otro en cuanto lo ve, es lógico. Se toman un pollo asado y molestan a Rodrigo Rato con sus miradas perdidas. Así son ellos.

Él mira su perfil continuamente. El perfil de ella. Ella es una chica que da el perfil y él no sabe si eso también es estética, pero intuye que da igual.

Recuerdan una canción y a los dos les gusta. Esta canción:



Si escuchan el estribillo tiene toda la lógica. Algunos no solo apuntan, además disparan. De repente, él piensa que está viviendo dentro de su novela y le hace gracia. Probablemente ella piense algo parecido, sólo que ella no escribe novelas.

Él fantasea con la idea de entrevistarla, sabiendo que eso la obligaría a ella a entrevistarse a sí misma cinco o seis meses después. No dice nada. Un gato cambia velocidades mientras gira la esquina. Esto puede parecer una frase lírica sin sentido, pero eso es porque no han visto a un gato de noche a distintas velocidades, resulta de lo más inquietante.

Luego se separan y mantienen un amago de conversación mientras ella cruza un paso de cebra. A él le encanta mantener amagos de conversación con chicas mientras cruzan pasos de cebra.

Lo ha visto en alguna película.

No sabe en cuál.