No voy a negar que cuando llegas a los 200.000 visitantes, pensar en 300.000 no es tan descabellado. Es decir, no me voy a hacer el sorprendido por esto. Sí me sorprende más haber marcado ambos hitos con apenas nueve meses de diferencia. No acabo de entender el éxito de un blog que no habla de nada en concreto: no es un blog dedicado a política, ni a deporte, ni a literatura, ni a cine. Es un blog sobre mí y yo, en rigor, no soy nadie.
Y si nos ponemos ni siquiera es un blog sobre mí, porque al menos el cotilleo podría funcionar, pero aquí está mi mundo como representación y no como voluntad y lo más que pueden encontrar es una visión distinta de las cosas que ya conocen.
A veces, ni tan siquiera distinta.
Pero, en fin, si nos quejamos de las cosas malas, ¿por qué nos vamos a quejar de las buenas? Como dijo Billy Wilder -si es que fue Billy Wilder y no Woody Allen o alguien similar- puede que no me merezca tener 300.000 visitas a mi blog en tres años y medio pero tampoco me merezco una estenosis de uretra ni una medicación diaria contra la ansiedad y sin embargo ahí están. Así que solo faltaba.
En fin, muchos agradecimientos por estar ahí. Créanme que es un verdadero placer y que nunca consideraré esto "perder el tiempo".