lunes, marzo 30, 2009

Medina del Campo IV. Estómago


El día empieza tarde. Muy tarde, de hecho. A la una que son las dos. Consecuencias de los antihistamínicos, supongo. Después de ducharme pienso si desayunar o comer o no hacer nada más que quedarme tumbado viendo a Fernando Alonso abrirse paso entre el caos, pero Óscar de Julián llama en seguida y soluciona mi duda: quedamos para comer en el vestíbulo.

Pedimos menú: en Medina, como buen pueblo castellano, se come bien y barato. Paella mixta y pechuga de pollo o costillas. Pan y vino, por supuesto. Café. Repasamos la actualidad cinematográfica de cabo a rabo: no sólo cortos sino largos. Óscar sabe mucho más de cine que yo. De hecho, todo el mundo aquí sabe más de cine que yo y supongo que lo contrario sería peligroso.

No nos ponemos de acuerdo en Javier Bardem ni en Penélope Cruz, pero los dos coincidimos en que "El diablo viste de Prada" es una comedia muy buena y que Meryl Streep está magnífica. Lo mismo que Anne Hathaway. También nos gusta Kate Winslet.

Los restos de los jurados se juntan para comer en la mesa de al lado. Óscar y yo compartimos un cierto aire de francotirador: todo el mundo sabe que estamos ahí pero no saben bien dónde. A mí me pasa como en todos los festivales, que me preguntan qué hago y no sé qué contestar: escritor, periodista, traductor, profesor de inglés, guionista, concursante en el certamen de proyectos...

No tengo tiempo para explicarme. Si tuviera aquí un libro, directamente, todo sería más fácil. Pero no, no hay libros.

Después de comer voy con las chicas de Alioli al pase de cortos en formato digital. Un pase irregular, como suele pasar con el digital: ideas geniales muy mal llevadas a cabo, con demasiados pocos medios, y obras de arte visual tremendamente vacías. Destaquemos algunas obras: "Juego de Damas", de Irene de Lucas y "El mueble de las fotos", de mi viejo compañero de pisos donostiarras Giovanni Maccelli, con Carlota Coronado y Susana López, como permanentes compañeras de viaje.

"Hands" me resulta inquietante, aunque no lo entiendo muy bien. "Estocolmo" me parece un exceso en todos los sentidos.

Salgo un poco antes de la proyección -un poco antes es a las dos horas y media, tampoco me riñan-, me tomo un café en el Coco -creo que se llama Coco- y doy una vuelta corta entre el frío y el viento y los gritos de un grupo de hip hop y vuelvo al Auditorio para ver "Estómago", de Marcos Jorge.

Reconozco que tenía todos los prejuicios del mundo con respecto a "Estómago", básicamente porque desconfío de los premios de los festivales de cine serios y la Seminci siempre me ha sobrepasado con su aire de seriedad y sobriedad castellanos. Sin embargo, "Estómago" es sensacional. De principio a final. Dos tramas que se van mezclando con un mismo protagonista y el recurso de la cocina como trasfondo, pero lleno de amabilidad, humor y cierta dosis de mala leche. Muy recomendable, salvo por un final algo dudoso. Ya me contarán cuando la vean, creo que sigue en cines.

Antes del pase de la peli, como siempre, un corto: "Quid pro quo", con Natalia Mateo -en sólo un día la he visto cuatro veces: en este corto y en los tres de David Planell- y que tiene cosas que merecen la pena y otras mejorables. Un poco disparatada, pero es que pretende ser disparatada, al estilo "La fiera de mi niña", quizás. Nata, para variar, está inmensa, lo mismo que Luis Callejo, dos clásicos del cortometraje.