Fotos: Carmen Simón Rubio
Intermón-Oxfam decidió dar la vuelta al mundo y colocó a Pablo Carbonell de presentador de un concierto indie, vestido totalmente de blanco y con su habitual sonrisilla nerviosa. El cartel era impresionante y la verdad es que no defraudó a nadie. La lástima es que, con tantos grupos y tan poco tiempo, sólo pudiéramos oír tres canciones por artista y los cambios de instrumentos en el escenario se hicieran algo tediosos: quince minutos de música, quince de arreglos, y así sucesivamente.
Abrieron la tarde-noche en Joy Eslava los chicos de "No more dolls", un grupo italiano con atractiva cantante rubia de camisa y corbata y un sonido bastante duro y eléctrico, que se agradeció bastante, sobre todo conforme pasaron las horas y vimos que todo lo demás era un poco demasiado suave.
En su mismo bloque salieron "Cabriolets", el grupo de Bimba Bosé, que me dejaron un poco como estaba. Ni bien ni mal. Demasiado aire Leonor Watling para mi gusto, pero mi gusto, en fin, ya se sabe...
Cambio de escenario y nueva aparición de Pablo Carbonell presentando a La Sonrisa de Julia, que convenció a todo el mundo con dos canciones largas en vez de tres cortas y muy buen rollo en el escenario y a Second, un grupo emergente con cantante de pantalón ceñidísimo, estilo New Wave inglesa. Me parecieron algo pesados, con ese intento de hacer participar a la gente todo el rato: "Ahora, aplaudid; ahora, cantad esto". Oh, ya saben cómo odio que me den órdenes.
El siguiente bloque empezó con una versión de Pablo Carbonell del "Ne me quitte pas" de Jacques Brel, convertido en "No me quite el pan, señor endocrino, no me quite el pan". Divertida, aunque previsible. Tras él, Russian Red. Tengo un problema con Russian Red. No puedo negarle su presencia ni su voz. En eso se parece a José González, que sale ahí a un escenario enorme, solita con su guitarra y se come todo. El público se calla por completo para escucharla. Tiene una voz preciosa y es una muñequita adorable.
Pero a veces -y permítanme que diga esto- me aburre. Es una especie de Emite Poqito mística, sin el buen rollo que me da EP, y con un exceso de gravedad y magia en todo lo que hace. Como si tuviera que ser especial en cada acorde. Y eso me molesta. Supongo que lo irá corrigiendo, porque lo tiene todo para llegar lejos. Más lejos aún, quiero decir.
Russian Red fue el primer plato realmente fuerte de la noche, la verdad, al menos a nivel de público, hasta entonces más bien apagadillo. Sin embargo, los que más me gustaron fueron Catpeople, que aunque se marcaron dos canciones más bien lentillas -después de Lourdes, y a esas horas de un día entre semana, eso tiene peligro-, demostraron bastante talento y me pareció divertido que el cantante se pareciera tanto en la voz a Brandon Flowers o incluso al de The Editors.
Pero, reconozcámoslo, la mayoría de los que estábamos ahí habíamos venido a ver a Lori Meyers y Vetusta Morla, así que el nerviosismo aumentó, soportamos como pudimos "El kalimotxo de mi mamá", de Pablo Carbonell -para eso, yo hubiera preferido una versión de su maravilloso "Tu madre tiene bigote" o "Soy falangista, me voy de excursión"- y nos preparamos para la versión acústica con guitarras flamencas de los grandes éxitos de Lori Meyers, un grupo absolutamente maravilloso, que nos deleitó con "Alta fidelidad" y "Carne de neón" y unos cuantos bailecitos granaínos.
En fin, llegamos a Vetusta: la Chica Portada, Álida y yo nos mirábamos y nos preguntábamos: ¿Qué tres escogerán? Yo dije "Valiente", "Sálvese quien pueda" y "Copenhague". No estuvo mal. Dos de tres. En vez de "Sálvese quien pueda" tocaron "Rey Sol", que no es su mejor canción precisamente. Escuchar a Vetusta Morla siempre es agradable, pero la verdad es que, acostumbrados a sus conciertos rockeros, aquello quedó un poco frío.
Ah, y luego tocó M-Clan, pero pasamos, porque somos indies y repelentes.
Dos horas y pico de buena música. Una excelente iniciativa. Me recordó a aquellos Maratones Rock que organizaba el ayuntamiento de Madrid en la época Tierno-Barranco de los 80 y la "movida promovida" y me pregunto por qué no se podrá repetir mezclando a grupos de toda España durante un día entero y televisándolo como debe ser...
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
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