37,5 grados por la mañana, nada más levantarme. Dolor de garganta y de cabeza. Mareo y pinchazos en las articulaciones. Todo el día que huyo a Medina del Campo, a la Semana del Cine. Y la palabra correcta es "huyo" porque sí, tengo un proyecto de guión que podría ganar sin problemas por su calidad, tengo muchas ganas de ver muchos cortos y muchos largos durante toda la semana, tengo muchos conocidos y mucha gente por conocer en las noches del Flanaghan... Pero sobre todo voy a Medina para huir de Madrid porque Madrid satura a cualquiera y si la Escuela Oficial de Idiomas no me quiere, pues al menos voy a aprovechar para serle infiel todo lo que pueda.
Así que cojo mi maleta y mi mochila, línea 1, andén 7, surtido de provisiones extrañas: patatas y agua y un par de donuts, estornudando y tosiendo, pero ahí, con mi libro de Cormac McCarthy, en una especie de irrealidad mezcla de sudor y ansiedad y acabo llegando a Medina a eso de las 3,30, justo a tiempo para dar un paseo bajo un sol imposible, con mi chaqueta negra sin cremallera, mochila, bolsa y fiebre, ducharme en el hotel, recoger la acreditación y encontrarme con Óscar de Julián para ver la primera sesión de cortos.
Es difícil opinar sobre diez cortos seguidos. Casi dos horas. Demasiados cambios de chip. Puedo hacer unas recomendaciones, eso sí: "No se preocupe" me volvió a encantar, con su sentido del humor costumbrista y absurdo a la vez, "Doppelgänger", del propio Óscar, con su capacidad para pasar de la comedia al drama en un momento y su correctísima estructura narrativa de documental, "Swingers" tiene momentos y, sobre todo, "Pulsiones", de José Manuel Carrasco, me encantó. Enormes diálogos, gran dirección de actores y un ritmo rápido que se agradece después de dos horas metido en el cine.
Luego, cañeo y saludos. Medina es un festival distinto y a uno le jode estar en estas circunstancias: ardiendo todo el cuerpo, me refiero. Aun así, lo intento -"nunca dejas de intentarlo", dijo Hache una vez- y saludo a Emiliano, a Eduardo, a Victoria... incluso a Bea, mi entrañable vecina del primero, que resulta que está ahí acompañando a Manolo, el director del festival de cortometrajes del FIB y que está de jurado de videoclips en esta edición.
Mar Muro y María Rodríguez se atisban a lo lejos, pero no llegamos a coincidir.
La gala de presentación es tremenda. Empieza con un vídeo buenísimo basado en "Ultimátum a la tierra", aunque desgraciadamente el vídeo tiene problemas de emisión y se corta demasiadas veces. Luego hay un espectáculo declamativo con Poe de homenajeado y unas bellísimas arias de Haendel interpretados a piano y voz. Inmenso, inmenso... Presentan al Jurado, presentan a las secciones y presentan los cortos ganadores del proyecto del año pasado, lo mismo a lo que me presento yo este año.
Hace dos años abrieron con "Dolly", que a mí me encantó. El año pasado le tocó a "La aventura de Rosa", de Ángela Armero, que también me gustó mucho. Este año no puedo decir lo mismo. "Atchís" me pareció un disparate narrativo sin ningún sentido ni ningún interés, con un Zoe Berriatúa perdido en un personaje absurdo y Vanexxa como co-protagonista sin hacerlo mal pero sin hacerlo bien tampoco. A lo suyo. Subtramas que no se explican y una especie de delirio principal que incluso acaba siendo previsible. El amor triunfa, no me jodas.
Que a mí no me parece mal que sea así -en mi corto, el amor triunfa, o eso parece- pero al menos no lo expliques.
Los segundos premios tampoco mejoraron demasiado la cosa: "La última opportunità" tenía cosas interesantes, divertidas, y otras francamente mejorables. "Dolce di limbo" digamos que no es mi tipo de corto y que no me interesa en absoluto. Eso no es ni bueno ni malo es simplemente mi opinión, que nadie se ofenda.
La gala como tal acaba con la proyección de la película "Tulpan" pero yo salgo corriendo al baño a tomar mi pastilla de algo que me han dado en la farmacia y se llama "Cortafriol" y me pongo a esperar a los demás, pero los demás se reducen a Óscar de nuevo y nos vamos los dos a la Plaza Mayor a cenar menú de noche a 10 euros y hablar de lo maravilloso que fue Almería en Corto y lo terriblemente enérgica que es la Chica Portada. Cosa que es totalmente cierta y si el mundo fuera justo, se vendría a pasar al menos un par de días aquí.
Porque una cosa es huir de Madrid y otra muy distinta huir de la Chica Portada. Hasta ahí podíamos llegar.
En fin, que cenamos y salen los autobuses para la bodega y todos los años esta noche ha sido mágica. En 2007 conocí a Xenia Tostado y David Pinillos, en 2008 me emborraché con Ángela Armero, Fran Perea y Marian Álvarez mientras Emiliano nos ponía grandes éxitos de su grupo de los 70. Momentos especiales que recordaré siempre.
Supongo que 2009 tenía su momento especial reservado para mí pero le di esquinazo. Es complicado, ¿saben? Intentarlo todo el rato, quiero decir. Llega un momento en el que te rindes, cuando todo el cuerpo te da pinchazos y apenas puedes andar e imaginas el frío que hará en esa bodega y recuerdas que al fin y al cabo no te gusta el vino y que quedan nueve días aquí y que no conviene pasarse los nueve malos.
Que sí, que esta es la noche del Festival, pero las cosas son como son y aquí estoy, con mi router Vodafone en la habitación 203 del Hotel La Mota, viendo "Mátrix 3"- creo que es la 3, puede que sea la 2, me parecen igual de disparatadas- y preparándome para dormir bien y pasarme mañana por el Balneario, llevar una vida sana, ver muchos cortos buenos e incluso algún partido de fútbol.
El destino decide por ti y este año ha decidido esto y bien está, claro que sí. Al fin y al cabo no ha sido tan grave: después de todo, la fiebre sólo ha subido hasta 37,6. Una décima por día. Buenas noches y buena suerte.