1- En Galileo. Eran los Premios Guille. Xoel López había montado en furia porque la gente no se callaba durante su actuación. Le sobraban los motivos. En las fiestas donde la gente va con invitación, es decir, donde no ha pagado, el riesgo siempre está ahí: que hayan ido para ponerse al día, para pasearse, para lucir palmito... pero en ningún caso para escuchar al cantante. El murmullo continuaba cuando apareció un grupo llamado Vetusta Morla. No llamaban la atención en el cartel, que aparte de a Xoel incluía a Pereza y a Rebeca Jiménez. Víctor Alfaro y yo estábamos en la primera fila. Estábamos hablando, por supuesto, el infierno no son siempre los otros. No recuerdo que canciones tocaron. Recuerdo que Víctor y yo nos fuimos apagando como un transistor sin pilas hasta quedar en un silencio de quince minutos que acabó con una mirada cómplice y algo parecido a "estos chicos son la hostia". Fue en algún momento del otoño de 2007.
2- La presentación del disco en la Joy. Íbamos Álida y yo de invitados por prensa. "Un día en el mundo" acababa de salir y aún había pocas reseñas, pocas entrevistas. Manuel Colmenero, su productor, me había pedido que le echara una mano con la promo. Lo hice encantado. Eso es un regalo y lo demás son tonterías. Desde entonces, cada vez que me ve, me recuerda aquella primera entrevista, aquella primera reseña, como si fuera mérito mío que esta gente tenga ese talento. La interpretación de
"Valiente", luego convertida en un vídeo-clip, "ahora estoy, ahora no, bailaré hasta que esto acabe. Perdonad mi osadía". En aquellos tiempos bailábamos mucho y éramos suficientemente osados. El final, también, aquel "Saharabbey Road" con sus "lolololós" y sus "lalalalás" hasta la salida de la sala. Alguien, en algún lado, escribía que eran un grupo ñoño. Obviamente, ese alguien no tenía ni puta idea de lo que hablaba.
3- El vídeo de "Otro día en el mundo". Esa maravilla acústica rodada en plano secuencia y que empieza con Pucho silbando la melodía del principio del single mientras abre y cierra una nevera, pasea hacia la cámara dejando atrás una casa, una puerta, unas escaleras, un portal... y poco a poco los demás miembros se van uniendo, todos detrás de Pucho, Pucho siempre detrás de la cámara, la cámara andando hacia atrás, soldada al cuerpo para que no haya un solo fallo de encuadre en los cuatro minutos de canción. Los chicos cantando y tocando y gritando camino a su presentación en la FNAC y una vez allí, justo a tiempo para el último: "Mírame, soy feliz, tu juego me ha dejado así", los aplausos y una voz que grita desde ningún sitio: "¡Esos cracks!"
4- Galileo, de nuevo. El festival "Ou Yeah". Cuando a Vetusta Morla podías verlos en pequeños recintos sin comprar las entradas tres meses antes. Coqueteos con la camarera actriz. Coqueteos que venían de lejos y que culminaban en una mirada tierna durante "Pequeño desastre animal". De nuevo el final, el "Saharabbey Road" pero esta vez con Zahara y Pájaro Sunrise en el escenario. Algo parecido a una orgía perpetua. Bares sórdidos y propuestas sórdidas. Competencias."Eh, tú, estatua de sal, prepara tu salto mortal". Verano de 2008. Principios del mágico verano de 2008.
5- Meses más tarde. En La Riviera. El concierto era de La Habitación Roja y eligieron a Vetusta como teloneros. Fue una decisión terrible. Llevaban sin tocar en Madrid meses y el fenómeno no había hecho sino aumentar durante todo el verano. Hablamos del 28 de octubre de 2008, aún. La sala se llenó pero no para ver a los valencianos. Vetusta empezó con "Autocrítica", "Rey Sol" y "Un día en el mundo". Seguidos, sin parar, sin intervalos entre canciones, sin saludos. Todo así, para empezar. Después de los 15 minutos de adrenalina, todos sudábamos y nos peleábamos por las primeras filas. La gente empezó a corear "oeoeoeoé"
como si hubieran acabado los bises. Pucho aún no había dicho ni una palabra. Creo que es lo más emocionante que he visto jamás en un concierto. Cuando acabaron y quisieron salir los de La Habitación Roja, prácticamente ya no quedaba nadie.
6. Clara y David tarareando "La Marea". Mi primera novela está llena de homenajes. No creo que Vetusta Morla salga solo una vez, saldrá varias, como salen Love of Lesbian o sale Lichis o sale Emite Poqito o sale tanta gente a la que admiro. Clara y David, los protagonistas, alargaban sus coqueteos camino del Contraclub y ella tarareaba "
La marea me dejó la piel cuarteada, la miel en los labios, las piernas enterradas" mientras él intentaba encontrar maneras de decirle que la quería. Mientras él encontraba maneras de decirse a sí mismo, convencerse por fin, de que sí, que la quería.
7- "En el río". La reproducción obsesiva y en bucle de "
En el río" cuando salió como adelanto de "Mapas", su aire sórdido, su ritmo de base, el Indio y su facilidad para el misterio, para lo africano, como en "Autocrítica", como Radiohead en "There, there". Pasar por alto todas las demás canciones para recalar otra vez "En el río, en el río...". Había una frase que me desarmaba: "Se oyen gritos en el río... alguien no saldrá de esta". No, alguien no saldrá de esta. El riesgo, lo primitivo. El anticipo.
8- El día de la música. Personalmente, fue un horror. Estuve haciendo cola durante horas para acabar vendiendo la entrada y marchándome a casa. Cuando me senté ante el ordenador, descubrí que ellos mismos habían decidido retrasar la actuación debido al gran número de gente que seguía esperando en colas interminables y mal organizadas. Fue un 18 de junio de 2011. Como ven, en medio quedaron dos años de una cierta tranquilidad. Acabábamos de salir de Sol. Al día siguiente había una manifestación desde distintos puntos. Eran los tiempos sin cacerolas ni rimas. Los tiempos en los que pensabas que cualquier cosa era posible. No cambiar el mundo, nunca quise cambiar el mundo, pero sí divertirme, gritar bien alto y claro. Que se me escuchara. Nadie te escucha cuando llevas una cacerola. Escucha la cacerola, punto. Pucho paró el concierto en un momento dado y avisó de la manifestación. Yo le oía en casa emocionado. Esa sensación de "ser de los nuestros", tan peligrosa en ocasiones pero tan reconfortante a la vez.
Dedicó una canción que podría haber sido el emblema del 15-M, que podría seguir siendo cualquier emblema de cualquier protesta: "Sálvese quien pueda, sálvese quien pueda... hay tanto idiota ahí fuera.
9- Benidorm. Primero Guille Galván y yo en un hotel a las afueras, justo donde la estación de autobuses haciendo una entrevista para Zona de Obras. Horas después, retorcido de dolor, pero de pie, como siempre. Siempre de pie, siempre valiente.
Principio del concierto en el Low Cost con Jorge Marazu al lado. Algún día podré presumir de haber tenido a Jorge Marazu al lado y la gente no me creerá. El piano repitiendo la misma nota obsesivamente y luego la guitarra y luego la voz y el coro al unísono y de repente la pausa, los focos apagados. El silencio absoluto en el escenario y los gritos en el césped. De nuevo, la nota malaya. Pucho modelando con graves y agudos: "Aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros". Los días raros. Me pasé noches y noches volviendo a casa borracho y triste y tremendamente solo, a altas horas de la madrugada, solo para poder ponerme una vez tras otra "Los días raros" y "¿Por qué me llamas a estas horas?" de Standstill. La melancolía.
10- San Sebastián. Kursaal. La Chica Diploma y yo de viaje salvaje desde Madrid para pasar algo menos de un fin de semana. Recinto lleno desde un mes antes. Tercer anfiteatro. Amagos de vértigo y ansiedad. Guille y Pucho en el objetivo de un único foco que ilumina una esquina del escenario. No hay micrófonos, no hay amplificadores. Solo hay una guitarra y una voz y una exigencia de silencio. "No he buscado a nadie, llevo días buscándome yo..." y de nuevo "
Pequeño desastre animal". Empezar por el principio. Dejar el decálogo en lo alto, es decir, en el noveno punto. La parte acústica y la parte eléctrica. La emoción y la piel de gallina. Sálvese quien pueda, sálvese quien pueda.
Hay tanto idiota ahí fuera.