domingo, junio 17, 2012

En la soleada tarde de domingo...



Ya es verano en el sofá de la Chica Diploma y los niños gritan como locos tres pisos más abajo en la piscina de la urbanización. Dentro de unos meses será mi urbanización y mis niños y mi piscina. El domingo se presta al jolgorio familiar y todos se reúnen en torno al agua como si aquello fuera Moralzarzal, el chalet de Moralzarzal con su jardín con vistas a la piscina del chalet de al lado, separados sus toallas de nuestros libros solo por una modesta capa de piedras, plantas y alambres.

La Chica Diploma estudia y yo leo a Montero Glez. Es la una de la tarde y quiero dormir. Para mí, el verano significa dormir, significa dejar la tensión a un lado y entregarse. No contestar emails o retrasar la respuesta y caer rendido con un libro en las manos, las gafas en el suelo, la enésima derrota de Federer en el televisor, el sonido cada vez más lejano. La siesta de la una de la tarde. La incomparable felicidad de la siesta a la una de la tarde, la siesta a destiempo, sin orden.

En general, todo el barrio está de verano, con bañadores, toallas y flotadores ocasionales. Madrid Río. Ayer estuvimos en el teatro, viendo "Orquesta Club Virginia" por cortesía de Macarena Gómez. Las invitaciones eran centradas, en la sexta fila y al lado de Fernando Trueba, lo que nos colocaba a un grado de separación de los Oscar de Hollywood. Pensé en decirle algo, algo del tipo "soy muy amigo de la Chica Imán y la Chica Imán es muy amiga de toda tu familia", pero me pareció que ser Fernando Trueba, en determinados contextos culturales, debe de haber sido una pequeña maldición durante demasiados años y que quién era yo para impedirle disfrutar tranquilo, con su mujer, de la obra.

Ya se encargaría su vecino de la izquierda de darle el coñazo, cosa que, efectivamente, hizo al instante.

Madrid en domingo empieza a tener ese aire de agosto. Puerta del Sol semivacía, calor asfixiante, vagones de metro reservados para extranjeros. Cafés que se vacían a la hora de la Eurocopa. Grupos de turistas con un guía que les habla sobre "Preciados Street". El sábado estuve viendo un documental sobre el Dream Team y John Stockton hablaba de las Ramblas diciendo "esto es algo parecido a Times Square". Es curioso porque a mí no se me hubiera ocurrido nunca esa comparación. Quizás otra, pero esa nunca. Times Square tiene el encanto de lo que no existe, de la simulación constante, de la puta cansada. Las Ramblas es todo lo contrario, un aluvión de realidad que te cae encima.

¿Qué es Sol, entonces? Una plaza ya sin patrocinadores donde los que hemos quedado en el kilómetro cero nos vamos a la fuente de delante para buscar de la sombra. Cojo mi mochila al borde de la deshidratación, por si acaso a alguien se le ocurre robarla. No me quiero ni imaginar la cara de decepción de ese hombre que da el tirón, corre lleno de adrenalina a 40 grados, esquiva un par de policías y se mete en un portal a comprobar que dentro de la mochila solo hay un libro y una caja de tiritas. Mi mochila es Europa, ahora que lo pienso.

Lo que no sé es quién es el ratero porque al final no se animó nadie.