No hace falta manejar un guiñol francés para reconocer que
en España somos bastante perezosos. Si usted no lo es, no se dé por aludido,
seguro que conoce a alguien perezoso o le han hablado de alguien que conoce a
alguien. En lo intelectual, la cosa no va a mejor: generalmente, el español
piensa poco y necesita que se lo pongan fácil. Que las “tertulias” hayan
triunfado de esta manera tanto en el formato radiofónico como en el televisivo
es un excelente ejemplo: dime qué tengo que pensar y yo repetiré tus tonterías
como si me fuera la vida en ello.
Todo lo que implique que otro piense por ti se recibe con
una enorme alegría.
El problema, por supuesto, es quién piensa por quién. Si
hubiera una élite de filósofos, economistas, politólogos… que diera pie al
pensamiento de la masa, incluso saldríamos ganando. No es el caso. Aquí el
debate está entre María Antonia Iglesias y Paco Marhuenda, esa es la altura del
discurso. Incluso los más inteligentes caen pronto en una especie de vagancia y
desprecio por la realidad y su explicación. El socialdemócrata se conforma con
acusar de todos los males al liberal y para explicar su postura le basta con la
etiqueta: “Es que es un neoliberal”, tras lo cual, el acólito de turno, cual
perro de Pavlov ya empieza a salivar, esta vez condicionado para el odio y no
para el apetito.
Lo mismo está sucediendo al revés. Los liberales no son
inmunes a la pereza común y en algunos casos han heredado la pose de
superioridad moral e intelectual de determinada izquierda. Ese tipo de
columnista liberal lo resume todo con términos como “maricomplejines”,
“quincemesinos” o directamente utilizando “socialdemócrata” como el que
nombrara una maldición, sin molestarse en explicar qué es lo que falla en
determinado argumento, en determinada propuesta. ¿Para qué? Mejor resolverlo
todo con un adjetivo, más rápido y más tiempo para mi siguiente colaboración.
El daño que hace eso es que cada vez es más complicado
encontrar análisis certeros de la realidad. Más que certeros, honestos. Ustedes
me leerán de vez en cuando, quiero pensar, y se habrán dado cuenta de que me
equivoco muchísimo, pero cuando me
equivoco saben por qué me he equivocado, y eso es porque explico mis argumentos,
aunque saque las conclusiones erróneas o a mi perspectiva le falten matices.
Suficiente me cuesta intentar entender tantas cosas como para despacharlas con
una palabra, como si no hiciera falta más.
Toda esta falta de credibilidad del discurso periodístico es
el complemento a la falta de credibilidad de los dos grandes partidos que, en
principio, sustentan ese discurso, es decir, el PSOE (socialdemocracia) y el PP
(liberalismo). Esta asociación ya es de por sí un poco burda y tómenla con
reservas, pero cuando los partidos ni saben ni quieren explicar lo que hacen y
para ello se limitan a repetir el eco de intelectuales que tampoco tienen la
molestia de bajar a pringarse con la realidad, el ciudadano medio se siente
algo huérfano.
Eso puede ser una desgracia o una bendición, aún está por
determinarse. Es una desgracia si aun así, el huérfano sigue creyendo
firmemente en lo que le dicen, pese a los EREs, los Gurtel, las Cajas y los
elefantes. Es una bendición si eso provoca que el huérfano salga a buscarse las
habichuelas y tenga para ello que pensar por su cuenta, medios tiene de sobra a
su alcance. En ese momento, puede, se acabará el bipartidismo en España y no lo
digo porque el bipartidismo en sí sea malo, que no lo es intrínsicamente sino
porque este bipartidismo cutre, casposo, de pelotas y enchufados mediocres, lo
es. Y está hundiendo el país. Con nuestros votos, no nos vayamos ahora nosotros
de rositas.
El último sondeo de El Periódico tenía un punto
esperanzador, pero los sondeos valen lo que valen: el PP caía varios puntos
pero el PSOE no los recuperaba sino que lo hacían terceras opciones. La suma de
PP y PSOE quedaba algo por debajo del 65% cuando hace cuatro años era del 85%.
A eso súmenle la abstención y los votos nulos. Cuatro años de crisis no solo se
han llevado millones de empleos a la basura sino también millones de votos. En
2008, Rajoy y Zapatero sumaron casi 23 millones entre los dos. Hoy en día,
según ese sondeo, estarían en torno a los 17. ¿Les hará eso despertar o vamos
camino de Grecia, donde PASOK y ND pasaron del mismo 80-85% al 40% de hace un
par de semanas? El tiempo dirá. Estemos preparados. Cuando lo estable se
convierte en inestable, el Amanecer Dorado acecha.
Artículo publicado originalmente en el periódico "El Imparcial", dentro de la sección "La zona sucia"