Es complicado entrevistar a gente a la que quieres, pero ese era el reto y en eso estamos. El pasado domingo le tocó a Hache, con su nombre y apellidos de verdad. Fue especialmente difícil, más difícil incluso que con Laura Cuello, porque, bueno... Hache es Hache y si alguien tiene alguna duda,
aquí puede comprar el libro.
El caso es que ella parecía bastante menos superada que yo, y sus teorías eran absolutamente sensatas. Hache ha querido ser especial toda la vida y ahora se conforma con ser normal, feliz y disfrutarlo. Creo que es una lección para todos. En mis estanterías yo quiero guardar premios, críticas, noches mágicas, amigos de relumbrón, una fama no agobiante... Ella quiere llegar a casa, después de su trabajo de administrativa, que su novio la quiera, que sus conejos estén bien y que por las noches pueda dormir tranquila.
No siempre lo consigue, eso los dos lo sabemos. Pero como hoja de ruta está bien. Querer ser normal por encima de todas las cosas. Disfrutar de la normalidad. Cuando uno ha pasado por el infierno, la palabra "mediocridad" pierde toda su mística y su pánico. Hache no quiere ser mediocre. Aunque intentara ser mediocre no lo conseguiría jamás. Hache es tan especial que se ve en la primera mirada.
Y ahora que ella ya lo sabe, que sabe que es especial incluso sin proponérselo, se ha propuesto ser feliz y normal y conseguir que Vespa se sienta como en casa.
Pequeños objetivos, simplemente. El próximo lunes, en la revista Almiar.