lunes, diciembre 10, 2007

Prólogo de unas navidades

En la calle Alcalá, casi en la esquina con Gran Vía, han vuelto a poner los Reyes Magos de neón con sus camellos. Una de las cosas más cutres que he visto nunca. Un poco más adelante, subiendo hacia el Retiro está el Belén 2007 y una cola larguísima de familias espera para verlo. En Madrid hace frío, especialmente de noche, y el centro se llena de gente haciendo compras.

Mi psiquiatra -no mi psicóloga, mi psiquiatra- me pregunta cómo veo las Navidades en estas circunstancias. Le digo que no me gustan las Navidades y él me habla de ausencias. Yo insisto en que la ausencia no se nota más en Navidad que en cada mañana que me levanto y cada noche que me acuesto. La ausencia sigue ahí, en forma de sueño repetitivo incluso durante la siesta.

La ausencia no entiende de convenciones, en definitiva.