Llevo un par de años haciendo estas cosas, charlar con gente interesante, quiero decir. Sólo que ahora puedo hacerlo sin libreta ni crónica que escribir y es tremendamente relajante. Luis Ramiro sentado en un taburete de Libertad, 8, hablando por teléfono y saludándome sin demasiada efusividad, la justa, la suya, antes de meternos un poco más adentro y ocupar los dos una mesa de seis.
Hablamos de discográficas y editoriales, de talento y trabajo. En el fondo, nos reconocemos. Muy en el fondo, porque él es mucho más grande que yo, pero como yo voy creciendo poco a poco las alturas con el tiempo se van equilibrando. Habla de los canales de distribución y dice una cosa muy sensata: "Ese no es nuestro mercado, no pintamos nada ahí. Yo no pinto nada en la FNAC y tú no pintas nada en la Casa del Libro... salvo que tengamos promoción."
Pero la promoción hay que ganársela, y, de momento, sí, nos queda el orgullo pero poco más. Su disco junto al de Bob Dylan en un centro comercial, mi libro, algún día junto al de Coetzee en Novedades. Pero el caso es ganarse las cosas, desde luego, y Luis coge carrerilla: "¿Quieres moverte en los canales de distribución de Coetzee? Escribe como Coetzee. Escribe sus libros y alguien algún día se dará cuenta y te descubrirá y estarás ahí. Mientras tanto, busca otros canales, no intentes competir con ellos".
Tiene toda la razón. Nos preocupamos demasiado en "los demás", nos preocupamos en llegar a gente sin saber qué gente y lo reducimos todo a aritmética. "Yo vendo más sin discográfica que con discográfica... mientras no me hagan promoción vendo lo mismo: conciertos e Internet". Efectivamente. Es Internet, estúpidos. Yo le digo que pienso en hacer cosas parecidas: vender el libro en bares, en conciertos... Al fin y al cabo es un libro sobre bares y músicos, ¿por qué no iba a funcionar? Parece estar de acuerdo. El caso es ser imaginativo.
Si algo me gusta de Luis Ramiro es su sinceridad. Me gusta que no mire a los ojos hasta que no pase un rato, como si de entrada no se fiara, y cuando ya ve que el trigo está limpio, entonces, sí, mira a los ojos, se explica, recomienda a
Patricio, habla sobre Nick Drake, se exalta cuando habla de la última novela que está leyendo: "Las benévolas".
Puede que me equivoque, pero Luis Ramiro no es un tipo preocupado en caer bien. Es un tipo preocupado en hacer bien su trabajo y en decir exactamente lo que quiere decir y como quiere decirlo. No te regala los oídos y no exagera. Me encanta la gente que no exagera. El mejor momento de la conversación es la despedida, cuando los dos coincidimos en un mismo lema y es un lema algo extraño: "Por no molestar...". Por no molestar, yo no había hablado con él hasta hoy.
Sé que debería hablar de su música y su talento, pero eso no es objeto de debate sino de demostración práctica. Mañana a las 21,30 en la Sala Galileo, junto a Marwan. Prefiero hablar de lo que he aprendido: a tomarme las cosas con más calma, a relativizar, a aplicarme los mismos consejos que yo doy a los demás.
Todo el mundo sabe que eso es casi imposible. Seguro que hay alguien en algún sitio que también se lo está recordando a Luis.