Antonio sospecha que muchos de los festivales de cortometrajes tienen truco. No todos, claro, pero sí algunos: seleccionan los cortos de los amigos, premian los mejores de esos cortos. Luego los directores vienen a quejarse a nosotros, y cómo no darles la razón...
"Me gustaría pensar que en los certámenes literarios pasa lo mismo"-le digo-"Me he presentado a varios y sólo he ganado dos. Me gustaría pensar que eso no quiere decir que soy un escritor lamentable".
A veces lo pienso. Quizás no lamentable, pero sí "insuficiente".
Por otro lado, mi madre alaba mi valor. Sí, ya saben, el talento y el valor y mi capacidad para desdoblarme por todos lados: estos días aprovechando la presencia de Inés por Madrid estoy terminando el "libreto" de nuestra famosa ópera "El bastón del viejuno", título que mejorará cuando se traduzca al inglés y alguien haga una adaptación decente del batiburrillo de ideas que yo estoy mezclando en más de 100 largas páginas de diálogos.
Me atrevo con óperas, con monólogos -agradezco los emails que me tratan como si fuera una autoridad en la cuestión, yo que soy el Fran Perea de los escritores-, con cortometrajes, con entrevistas... y me niego a darme la oportunidad de una novela, como si la novela tuviera que ser algo prodigioso y perfecto y no pudiera conformarme con nada menos.
Como si no me estuvieran pasando suficientes cosas como para escribir una primera novela aceptable, autobiográfica y autocomplaciente. Como todos los escritores. Pero, ay, las inseguridades, siempre las inseguridades...
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 11 horas