Me levanto de la siesta con una tos inesperada, pegada al pecho, como de fumador pero sin haber fumado nunca. Restos de la gripe del pasado fin de semana, quizás. Quedo con la Chica Portada en Avenida de América y nos vamos a Alto de Extremadura a ver el "Silencio, se trova". Cuando salimos del metro, empieza a diluviar.
Fantástico, lo ideal para mis bronquios.
Llueve, llueve y llueve y lo único que podemos hacer es correr por la calle hacia el Centro Cultural. Correr a la derecha y luego darnos cuenta del error y volver hacia la izquierda: los pantalones empapados, el jersey chorreando, el pelo pegado a la frente... Cuando llegamos las ventanas están abiertas para evitar la condensación de calor.
Sólo puedo decir que cuatro horas después aún no tengo fiebre. Supongo que es buena noticia.
El concierto de cantautores presentó bajas pero mantuvo un nivel bastante alto. El público era un encanto, siempre participativo y dispuesto a corear estribillos. Estuvieron Marwan y Luis Ramiro como maestros de ceremonias, Lucas, Pablo Ager y un par de músicos mejicanos y uno argentino.
Bastante bien, ya lo he dicho. Salvo por el gol de Roberto Carlos. La afición de determinados equipos al milagro empieza a ser desesperante.