La inevitable tentación de comparar la muerte de Augusto Pinochet con la inminente de Fidel Castro. La comparación de sus mandatos, en cantidad y calidad. Hay algo perverso en la medición del horror: acaba siendo justificativo. Recuerdo cuando se pretendió juzgar a Pinochet en Madrid y buena parte de la derecha rechazó la posibilidad amparándose en que "entonces también habría que juzgar a Castro". Resultado: no hubo juicio para ninguno.
El horror no admite grados ni comparaciones. Es absoluto allí donde se presenta: casa de torturas, violaciones, amputaciones, asesinatos... Absoluto. No hay nada más allá del horror, sea en Argentina, en Chile, en Camboya o en Cuba.
Alguien puede pensar que la valoración que se hace de cada caso es distinto. Puede ser. Desde el punto de vista moral no debería importarnos. Si alguien quiere creer que hay horrores más comprensibles que otros, basta con procurar que ese alguien no alcance nunca demasiado poder. Por lo demás, vindicar a Pinochet a costa de la figura de Castro sólo empujará a la vindicación de Castro a costa de la figura de Pinochet o Videla.
Como si los extremos se equilibraran.
No, no hay equilibrio en el horror y apenas si hay memoria. Supervivencia, en el mejor de los casos. Eso es todo.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 11 horas