viernes, febrero 17, 2012

Montes Neiro: un héroe solo televisivo



Miguel Montes Neiro abandonó la cárcel después de 36 años en presidio. Dicho así, ¿a quién no se le caen las lágrimas? Más detalles: su primera condena fue por negarse a cumplir el servicio militar y en todos sus delitos posteriores nunca hubo sangre de por medio. Un ciudadano ejemplar. Todas las televisiones y periódicos han corrido a colocarlo en los altares: la imagen de ese hombre ya en los sesenta, rodeado de sus hijas adolescentes que le levantan los brazos. El gran triunfador. El gran héroe que se propone no solo escribir libros sino incluso guiones. Justo ahora que nadie se atreve a rodar una película, como mucho una TV Movie.
Sí, una TV Movie bastará.
Las muestras de apoyo han llegado de todos lados. De tantos que incluso el PP y el PSOE se han puesto de acuerdo y le han indultado por duplicado, instando a la judicatura a que sobresea cualquier delito pendiente. A Montes se le da por reinsertado: tenerlo en la cárcel era un ejemplo de que en este país el modelo penitenciario no funciona. Una opción era preguntarse por qué, la otra, eliminar el ejemplo, es decir, liberar al preso, sin más. Cerrar los ojos.
El único que ha puesto algo de cordura en esta glorificación de Montes ha sido su propio abogado, que después de clamar contra el agravio que suponía tener a su defendido encarcelado durante décadas, reconocía, casi en un susurro, que algo había hecho el propio Montes para acumular delitos y sentencias con una consistencia casi prusiana. Por supuesto, al aguafiestas se le ha silenciado porque solo faltaría que “la buena noticia del día” encima fuera mala, como si no estuviera cayendo suficiente sobre el país como para andar echando jarros de agua fría.
Sí, algo ha hecho Montes Neiro. Delinquir mucho. Pero muchísimo, vaya. En la mayoría de los permisos recibidos, entrando, incluso, en una casa pistola en mano. “Sin delitos de sangre” se especifica. “De pura casualidad”, permítanme que añada.
No tengo yo nada en contra de Montes ni de su nueva felicidad y, por supuesto, me parecería maravilloso que a los 62 años se reencontrara con una vida digamos que “normal”, con sus altos y sus bajos pero en libertad. La Fiscalía sí que se ha mostrado algo más pejiguera en el asunto, pero a nadie le queda ya claro si los Fiscales son buenos o malos ni en qué sentido, así que, ¿para qué escucharlos?
Otra cosa es que admita sin más el discurso victimista, jaleado por todos los medios sin filtro alguno.
“Estoy ante mi primera oportunidad en la vida”, dice Montes, y todos titulan inmediatamente. “Me han robado la juventud, me han robado todo”, dice rabioso, como Daniel Day Lewis “En el nombre del padre”. No, no es la primera oportunidad ni mucho menos y no, no le han robado nada que no haya robado él antes. La reincidencia sistemática en el delito, incluso con armas de fuego, llegando hasta ese último robo con violencia e intimidación que le valió 13 años más de condena cuando ya estaba en fuga, por supuesto es una desgracia para el individuo, la sociedad y el sistema. Pero es un hecho y los hechos no desaparecen cuando cerramos los ojos.
Hay algo humano en esta solidaridad, no lo niego. Cualquiera se sentiría culpable pretendiendo que un hombre de 62 años siga en la cárcel después de ingresar por primera vez en 1976 —aunque gozó al menos de tres años de libertad condicional, en los que aprovechó por supuesto para ganarse otro arresto y otra condena- pero todo esta exhibición del “No me arrepiento de nada” y “Solo soy una víctima” me molesta. No ya en Montes, que lo puedo entender, sino en la aceptación por los medios de su versión de la historia.
Una versión que puede quedarse en ridículo si, efectivamente, como sospecha la Fiscalía y los hechos, el delincuente no muestra signos de reinserción y vuelve a plantarse con una pistola en cualquier esquina, el agravio por delante, el indulto como exoneración moral más que penal, la invisibilidad de la sangre como excusa para el delito, y, sobre el delito, la lección a los cuatro vientos.
Artículo publicado originalmente en el periódico El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"


ACLARACIÓN: Puesto en contacto con la hermana de Miguel Montes Neiro, me hace saber que la relación entre Miguel y su madre no fue nunca motivo de problema familiar, al contrario. Como derecho a réplica, hago constar aquí esa afirmación, que también está en los comentarios y que por tanto doy por buena pese a distintas informaciones en sentido contrario pidiendo por tanto disculpas a quien se haya sentido dañado. El objetivo del artículo no era demonizar a Montes Neiro, a quien le deseo lo mejor, sino criticar determinado revuelo mediático con el que no coincidía en mi derecho a la expresión. En ningún momento se insinúa ni pasa por mi cabeza que vaya a cobrar por vender exclusivas de su indulto ni nada parecido. En lo que a mí respecta, solo me queda desearle de nuevo lo mejor en su nueva vida, que espero aproveche al máximo.