Con el Madrid en la distancia, la liga no tiene más rival
para el Barcelona que su propio estado de ánimo. Con un mes de supuesta calma
por delante –la liga está perdida, la eliminatoria contra el Bayer más que
encarrilada- el equipo necesita pulsarse el ánimo y transmitir mensajes al
entorno que a su vez eviten un pequeño ataque de histeria que, conociendo al
Barcelona a lo largo de décadas, se puede dar en cualquier momento.
El partido contra el Valencia tenía un peligro evidente: los
de Emery son un rival incómodo para el Barça, siempre lo han sido, y un mal
resultado no solo dispararía la ventaja con respecto al líder sino el pesimismo
cara al resto de temporada. Más aún con el 0-1 que marcó Piatti a los pocos
minutos de empezar el encuentro. Era un momento clave, especialmente para Piqué, que volvió a andar algo lento a la hora de cubrir el desmarque, aunque el error de Valdés fue también de escándalo. ¿Sería capaz el
Barça de luchar para dar la vuelta al partido o se dejaría llevar en la
desidia?
La respuesta fue inmediata. Ordenados por Busquets e
Iniesta, soberbios en el medio del campo y ayudados por la omnipresencia de
Messi, un jugador que sigue siendo sorprendente, empeñado en batir sus propios
records. Los dos goles del argentino en pocos minutos dieron la vuelta al marcador
pero la sensación era de un dominio absoluto, que recordaba a temporadas
pasadas. Lo habitual en el Camp Nou, vaya. El asunto es saber si este Dr.
Jekyll y Mr. Hyde que es el Barcelona será capaz de repetir exhibiciones en la
final copera o en lo que le queda de Champions.
Cuando está enchufado, el equipo sigue siendo imparable, y
para eso necesita reconocerse: Busquets e Iniesta en la media, Cesc en todas
partes, Messi, Pedro y Alexis delante. Incluso sin Xavi, el equipo funciona en
cuanto adelanta la línea y presiona como antaño. Cierto es que el Valencia no
puso demasiada resistencia, tan cómodo en su tercera posición como el Barcelona
en la segunda, pero la exhibición de juego y, sobre todo, de oportunidades fue
aumentando conforme avanzó el partido y más aún cuando Tello salió por un
desacertado Pedro.
Solo Alves y los postes impidieron más goles de Cesc y
Messi. En rueda de prensa, Guardiola afeó la falta de puntería del de Arenys,
pero Cesc nunca ha sido un goleador. Sus números de esta temporada en ese
sentido ya son más que válidos, el problema es que en el Barça no hay ni un
solo delantero centro que aparezca con la caña cuando los centrocampistas no
están acertados o Messi no hace el milagro de turno. Perdiendo una oportunidad
tras otra llegaron los locales a los minutos del “run run”, especialmente cuando
Valdés salvó el empate esta vez en una acción muy meritoria.
Así hasta que Messi mandó parar, otros dos goles en pocos
minutos para un total de cuatro en el partido, 27 en liga y 42 en todas las
competiciones. Súmenle 20 asistencias y casi 15 postes, prácticamente todos
ellos de jugada. Mientras Messi esté en el Barcelona, el equipo será candidato
a cualquier competición “explosiva”. Otra cosa será la liga, donde la plantilla
queda corta para rendir cada semana al ritmo que marca el Madrid año sí, año
también. Ahí harán falta refuerzos, guste al núcleo duro de la narrativa
canterana o no. Por supuesto, ir incorporando a los Thiago, Tello, Cuenca,
Montoya es algo necesario, pero si quieres jugar (y ganar) 60 partidos en 9
meses, necesitas jugadores más experimentados.
Al final, los Mascherano, los Adriano, los Sylvinho, los
Keita, los Belletti, incluso los Milito, son los que te dan consistencia y
títulos, con su trabajo sordo.
Aún hubo tiempo para que Xavi, incorporado en los últimos
instantes del partido, marcara un quinto gol. Uno echa un vistazo a la
clasificación y se vuelve loco ante tamaña bipolaridad: 50 goles en 12 partidos
en el Camp Nou (más de cuatro por partido)… apenas 18 en sus encuentros fuera
de casa. Así se pierden las ligas, sí, pero no se cierran los ciclos. El equipo
sigue siendo extremadamente brillante y contundente en momentos clave. No va a
ganarlo todo siempre, eso está claro, pero aún puede ganar muchas cosas. Este
año sin ir más lejos.