En 2001, Bruno Roussell, ex director deportivo del equipo
Festina, publicó un libro llamado “Tour de Vices” en el que explicaba las
tramas de dopaje en el ciclismo y la relación de los ubicuos directores
deportivos, médicos y masajistas españoles con dichas tramas. Aquellas
acusaciones nunca fueron demostradas, más allá de los escándalos continuos de
Eufemiano Fuentes. El libro no solo no se comentó en la prensa española sino
que ni siquiera se tradujo al castellano.
Años después, la Guardia Civil llevó a cabo la llamada
“Operación Puerto”, basada precisamente en investigaciones al doctor Fuentes y
su larga lista de clientes deportistas. Aquella redada acabó con la carrera de
numerosos ciclistas, entre ellos Jan Ullrich, y supuso sanciones para muchos
otros como Ivan Basso, en el mejor momento de sus carreras. Por supuesto, hubo
españoles implicados: si uno se acuerda del famoso Kelme de finales de los 90,
prácticamente todas sus estrellas han dado positivo en algún momento: Roberto
Heras, Óscar Sevilla, Santiago Botero, Aitor González… pero en la opinión
pública internacional chocó la indolencia con la que la Federación Española de
Ciclismo trató dos casos: los de las bolsas “Valv (piti)” y “A.C.”.
Como dos siglas no bastan para acabar con la carrera de
nadie, las miras se pusieron en Alejandro Valverde, cuya mascota, un perro,
respondía al nombre de Piti. Aquello era un caso tan flagrante que tuvo que ser
la justicia italiana la que tomara cartas en el asunto ante el empeño constante
de Federación y Justicia españolas en bloquear el caso. Comparado el ADN de la
bolsa con el del corredor, se confirmó su participación en una red organizada
de dopaje y fue sancionado con dos años.
Recientemente, preguntado por Carlos Arribas en “El País” si
se arrepentía de algo, el corredor mantenía su inocencia. “¡Pero si la sangre
era suya!” contestaba sorprendido el periodista, sin conseguir ni una
declaración de Valverde que limpiara su imagen.
A todo esto, vamos con lo que nos ocupa. Alberto Contador
dio positivo por clembuterol en varias etapas del Tour de 2010. En todas ellas,
aunque la cifra variara, la cantidad era casi inapreciable. El problema es que
el uso del clembuterol está prohibido. No se penaliza a partir de una cantidad
sino que su mera presencia en el organismo ya se considera positivo. La
reacción de Contador y su entorno fue negar el consumo de sustancias dopantes y
apelar a la fe en su palabra. Buena parte del periodismo, entregado, asumió esa
tesis: la de la fe.
Yo no sé si Contador se tomó un solomillo en mal estado o si
el clembuterol llegó de otra manera a su organismo. No puedo saberlo. La
Federación le creyó y le absolvió. La UCI no,
y recurrió al TAS precisamente porque, en materia de dopaje, como hemos
visto, la Federación Española no tiene demasiada credibilidad. El TAS se ha
tomado un tiempo inhumano en decidir y, con todas las pruebas sobre la mesa, ha
tirado por la sentencia más dura: dos años de sanción, pérdida del Tour 2010 y
del Giro 2011 más todas las pruebas que ganara desde la fecha del positivo.
Por supuesto es una tragedia: Contador se jugó literalmente
la vida el año pasado corriendo etapas suicidas en Giro y Tour convencido de
que iba a ser absuelto. Parte de culpa, por así decirlo, es suya. Si no hubiera
recurrido, todo esto habría acabado antes, pero recurrir era su derecho legal y
él sabrá si hizo bien en hacerlo. El caso es que todo ese sufrimiento ahora no
ha valido para nada.
Los tribunales están para decidir sobre asuntos
contradictorios en los que los demás no tenemos ni idea. Esa es su función.
También la del TAS. Contador es un enorme deportista y tiene toda mi simpatía,
pero, ¿por qué debería creerle a él y no al TAS?, ¿porque es español y “nos
odian”? Me pilla un poco mayor todo ese patrioterismo barato. Todo hace indicar
que el corredor cumplirá sus meses de sanción –hasta agosto de 2012- y jurará a
todos los medios que siempre fue inocente. Como Virenque en 1998, como Landis
en 2006, como Valverde en 2012…
Si queremos unos Juegos Olímpicos –que no está nada claro
que los queramos- no podemos permitir que los dossieres oficiales de los
evaluadores ya incluyan dudas sobre nuestra legislación anti-dopaje. Amigos de
Contador, claro, pero amigos de la verdad. Sin fes ni estridencias.
Artículo publicado originalmente en el periódico "El Imparcial" dentro de la seccion "La zona sucia"