Compositor, productor
y compañero inseparable de Joaquín Sabina desde hace ya 30 años, Pancho Varona
es mucho más que un secundario de la música española. Tres décadas codeándose
con lo más granado del mundo de la cultura dan para una visión completa y sosegada
de multitud de temas: desde Operación Triunfo a la SGAE, desde la piratería a
la renovación de la industria, desde el himno del centenario del Madrid al de
su Atleti. El hombre que compuso para el Subcomandante Marcos, que estrechó la
mano de Mike Oldfield, que charló con García Márquez o Maradona y vio cómo Luis
Aragonés le explicaba con miguitas de pan la mejor táctica para Fernando Torres
hace un repaso de la actualidad… sin perder de vista la melancolía de tiempos
no siempre mejores.
Tu carrera empezó en
los 80, pero te consolidaste en los 90. ¿Qué tiene esa década que parece
maldita mediática y estéticamente?
¿Qué tuvo la década de los 90? Yo creo que empezó todo y se acabó todo. Musicalmente, hubo un terremoto. No sé por qué, pero se acabaron cosas muy buenas y a la vez empezaron cosas muy buenas… y no tan buenas.
¿Por ejemplo?
Pues entre las cosas que se acabaron, la música y los cantantes que me gustaban a mí: no es que dejaran de existir, pero se hicieron mayores todos, dejaron de hacer discos, conciertos… y por otro lado, fue una época nueva, diferente. Se informatizó todo mucho: la música, la forma de grabar, la forma de escribir. La aparición de Internet fue a mediados de los 90, la aparición de Pro Tools hizo que se dejaran de hacer discos de la manera que se hacían antes, y eso en mi profesión fue muy importante: antes ibas a hacer un disco como el que se va a la guerra. Le decías a la familia: “¡Adiós, ya volveré!” (risas) Te ibas en noviembre y volvías en mayo. Era muy bonita esa sensación de “me voy a la guerra” y luego volver vivo, triunfante. En cambio, ahora, desde esa revolución de los 90, cada uno se puede hacer su disco en su casa, en su estudio… y por eso a veces salen como salen. Ya te digo: esa década es a la vez un final y un principio.
¿Cómo viviste tú el cambio de estatus, de guitarrista a productor, compositor, padrino de multitud
de nuevos grupos y solistas?
Lo hice muy a gusto porque Joaquín (Sabina) fue el que nos dijo a Antonio (García de Diego) y a mí: “Venga, ¿por qué no os ponéis a producir y hacemos el disco entre nosotros?”. Me encantó esa manera de meterme en el mundo de la producción. Fui un poco intruso, lo sé, pero en esa primera época pude producir a Christina Rosenvinge con Los Subterráneos, a Estopa, a Pasión Vega, a Gabinete Caligari, a Amaral… Pero llegó un momento en el que me cansé, porque a mí el estudio no me gusta: yo empecé a producir un poco… no por obligación, porque era mi trabajo, pero yo siempre he preferido tocar la guitarra y componer, porque es lo que me permite viajar. El fin de hacer canciones es viajar. Hay gente que dice que es “ligar”.
Serrat, por ejemplo, decía que empezó a tocar la guitarra para ligar.
Bueno, pues yo hago canciones para viajar. A mí lo que me gusta es tocar y componer canciones y el estudio se me ha quedado un poquito atrás. No tengo vocación de productor, no soy animal de estudio.
El cambio de siglo trae la piratería y trae “Operación Triunfo”, casi a la vez, ¿en qué cambian ambos fenómenos la industria tradicional del disco?
La piratería… ¡en todo! La piratería trastoca todo porque de repente las canciones vuelan libres por la calle y tú, cuando te gusta una, la agarras o primero la agarras y a ver si te gusta luego. Los primeros años de la piratería fueron terribles porque a todos los músicos nos iba el sueldo y eso que todavía no hablamos de internet, hablamos de “las mantas”. “Operación Triunfo” también trajo un pequeño problema añadido, que era que la gente se compraba el disco de la gala anterior a 5 euros, o a 3 euros, no sé cuánto costaba, entonces, claro, todas las semanas el disco más vendido era el de la gala de Operación Triunfo. Al mismo tiempo, la gente se dio cuenta de que si “OT”, o Vale Music, que era la discográfica, podía poner los discos a 5 euros, eso significaba que se podían vender los discos a 5 euros. Las compañías tenían que contestar a una pregunta: “Coño, si Vale puede poner los discos a 5 euros, ¿por qué nosotros no?” Hombre, pues porque tiene una portada que tal… porque tenemos un estudio que nos cuesta caro, porque el productor pide tanto, el de las pistas pide esto otro… Sí, de acuerdo, pero se podían vender los discos más baratos. En ese sentido, vino bien para que las compañías dejaran de mirarse el ombligo y bajaran un poco el precio de los discos. “Operación Triunfo” a mí al principio no me gustó. Me parecía un buen programa de televisión pero no creí que fueran a salir carreras…
Puedes leer la entrevista completa de manera gratuita en la revista JotDown con fotos de Carlos García Martínez