Este post no puede ser muy diferente que el de
2007 y bastante más pesimista que el de
2006. Durante estos dos años y pico he seguido la rivalidad entre Nadal y Federer desde primera línea, porque todo el mundo sabe que soy un fanático del juego del suizo y digamos que el mallorquín no me cae mal, aunque su juego me aburre soberanamente.
El caso es que llega junio y estamos en las mismas: final en Roland Garros entre los dos más grandes que, previsiblemente, acabará con la cuarta victoria consecutiva de Nadal. Como el resto de los expertos en el tema, no le doy ni una sola posibilidad a Federer, más allá de una posible lesión del español o indisposición o día pésimo. Federer no tiene ni idea de cómo ganarle a Nadal en tierra batida. Se vio en Montecarlo y Hamburgo.
A favor del número uno habrá que decir que ambos partidos fueron bastante igualados, pese a todo, pero algo me dice que el nivel de Nadal entonces no es el que tiene ahora mismo.
Nadal ganará y Federer se quedará un año más sin hacer historia, sin convertirse en el sexto jugador de todos los tiempos capaz de ganar los cuatro Grand Slams a lo largo de su carrera -el último fue Andre Agassi- y aún a dos títulos del récord total de Pete Sampras, con quien seguirá peleándose en los foros de Internet por el título del Más Grande de Todos los Tiempos, como si no lo fuera Rod Laver.
Hay algo injusto en esta rivalidad. Me parece injusto que Federer pueda retirarse sin ganar Roland Garros después de jugar tres finales seguidas y haber ganado hasta cuatro veces Hamburgo, uno de los grandes sobre arcilla. Además, ha sido tres veces finalista en Montecarlo, dos en Roma, ha ganado Gstaad, Estoril, Munich... Sin Nadal de por medio, Federer podría haber pasado como el mejor jugador de tierra batida de los últimos años, y sin embargo...
Pero también es injusto que uno tenga que oír cosas como que los resultados de Nadal fuera de la tierra batida dejan que desear. Doble finalista en Wimbledon, campeón en Indian Wells, Canadá y Madrid. Finalista en Miami y París. Semifinalista en el Open de Australia. Sólo falla sistemáticamente en Cincinnati y el US Open... ¡pero el chico acaba de cumplir 22 años!
Hablábamos ayer Álida y yo de que lo más sencillo sería que se pusieran de acuerdo para que uno le dejara al otro ganar Roland Garros y luego el otro se dejara ganar Wimbledon. Decía ella que el problema es que igual Nadal se dejaba ganar en tierra y luego el otro no se dejaba en hierba, pero, vamos, si uno no se puede fiar de un suizo, ¿entonces de quién?