jueves, junio 19, 2008

Emite Poqito da un salto adelante


Julia también tiene Oposiciones. El mismo día que yo, además, es decir, mañana. Está nerviosa, igual que yo. Un poco más, incluso, porque ella se toma más en serio la docencia y yo me tomo más en serio a mí mismo, en general, haga lo que haga: pressing catch o Jorge Edwards. Así que el Búho Real se va llenando poco a poco -pequeños momentos de histeria a eso de las 21,50 cuando no había nadie por ahí- conforme llega la gente que ha visto la primera parte del España-Grecia en casa y nosotros hablamos de fechas, lecturas, convocatorias... hasta que por fin, me pide que pare, porque entonces se descentra y se agobia y no es el mejor momento.

Así que paro.

Fer, Simón y yo estamos en una de las mesas principales. Se oye bastante bien. La gente habla, pero habla detrás. No es lo mismo que la gente hable detrás a que hable delante, resulta bastante menos molesto. Esta vez están los tres en el escenario: Julia, Alberto e Irene. Están afinados y sincronizados. Últimamente eso no venía pasando, pero obviamente no lo iba a escribir aquí, se lo decía a ellos y punto. Empiezan con un perfil algo bajo y luego ya desgranan los grandes éxitos: "Dame", "Un disparo", "No me quiero enamorar del mal", "Mi Fórmula secreta", "Permanentado", "La nariz"...

Incluso hacen un bis, la versión del "I´m so tired" de John Lennon en el disco blanco de Los Beatles.

Julia está contenta, porque se lo ha pasado muy bien. Supongo que habrá sido una inmensa liberación de tanta presión opositora. A nosotros nos ha gustado. Discutimos sobre la última canción, "Ayer perdí". A mí me gusta regular -no tengo problemas en decirle esas cosas porque ella mantiene que mi libro le gustó regular, tirando a poco, así que...-. Me parece que tiene un par de intuiciones soberbias, que te ponen los pelos de punta, pero que el núcleo de la canción es un poco soso. Mejorable.

A Simón le gusta de todas maneras. A Julia, también. Fer y yo pasamos por el Molly Malone, recogemos a Miriam en Tribunal, vamos al Triskel, luego al Colonial y acabamos en Ponzano con José Abascal después de una serie de acuerdos que no cabrían en ninguna fotografía.