El caso es que yo, los símbolos, la estética... los dejo más para mi mundo privado de ensoñaciones y en el terreno público procuro ser más práctico. Discúlpenme. Por eso, tanto énfasis en que Obama es negro me hace pensar que hemos avanzado poco. La visión de las primarias demócratas como el enfrentamiento entre un negro y una mujer me parece terriblemente racista y sexista, aunque sea para elogiar su raza y su sexo.
Lo deseable sería que todo el mundo hubiera visto a dos personas con dos proyectos y dos estrategias: Barack Obama y Hillary Clinton. Pero no. El mundo vio a un negro y a una mujer, y ahora se congratulan de que uno de los dos triunfara, sin entrar en ningún momento en los méritos políticos que les han colocado allí.
Es decir, a los negros y a las mujeres se les sigue midiendo por su raza y por su sexo, no por sus méritos y capacidades. Lo dicho, una lástima. Es de agradecer, al menos, que ninguno de los dos candidatos cayera en la tentación populista de decir: "Votadme, soy mujer" o "votadme, soy negro".
La política, en todos lados, me temo, se ha convertido en un anuncio de Benetton. Cuánto daño ha hecho Flavio Briatore al mundo.