lunes, septiembre 23, 2013

Luna de Miel VIII. Lucca, Montecatini, Pistoia


La tarde acaba en un Lidl, comprando desayuno y cena para nuestros días en el Eden Park Resort, que, insisto, está bien, pero un edén, lo que se dice un edén, no es. Esta mañana seguía el chico que me recuerda a Jeffrey Brown en pelirrojo. Nosotros teníamos que recordarle que nos arreglara el mando del satélite -un poco para nada, el mando ha acabado funcionando justo cuando se ha estropeado el satélite- y él para explicarnos cómo llegar a Pisa y sobre todo a Lucca, la primera etapa del viaje de hoy.

Es nuestro octavo día en Italia, el quinto de la Chica Diploma conduciendo y además he soñado con mi padre, así que estamos los dos aún más cariñosos de lo normal y con un cansancio que deriva en una suerte de tristeza. Necesitamos algo bonito, no espectacular. Algo como Lucca, precisamente, que nos acoje con un desayuno muy tardío, las habituales murallas y carteles por todos lados anunciando el Mundial de ciclismo, que partirá de esa ciudad, pasará por Fiesole y acabará en Florencia, es decir, harán en un día lo que ha nosotros nos habrá tomado dos semanas.

A mí me enternece ese entusiasmo porque Madrid es poco entusiasta por mucho que las encuestas digan que el 170% de sus habitantes se vuelven locos por tener unos Juegos Olímpicos. Me encanta ver los carteles, las señales, la ciudad engalanada, los ciclistas por todos lados, cruzándose por las calles esta vez poco empedradas y que no están en cuesta, cosa que agradecemos por lo que decía antes del cansancio y la tristeza. Sí, Lucca es bonito, pequeño y manejable. Lucca está de un buen humor que se nos contagia y la Chica Diploma descarta su idea de volverse al hotel a descansar y nos vamos a comer a un lugar intermedio entre Montecatini Terme y Montecatini Alto, sin llegar a ver ninguno de los dos pueblos pero metiéndonos unos spaghetti y una carne de escándalo.

Lo que se gana en estos viajes es complicidad. No voy a decir que una pareja de recién casados no tenga complicidad de por sí porque entonces vaya negocio, pero la complicidad de los viajeros no es la del matrimonio. El viaje requiere de pactos tácitos, cesiones y exigencias que tardan un tiempo en fijarse y aceptarse entre risas. Algo me dice que el jueves habríamos subido a lo alto del pueblo pero es lunes y con mirarlo nos vale. "Desde aquí lo ves, ¿no?","Sí, mira, la iglesia, el campanario, y ahí habrá una plaza con una cafetería...", "pues nos vamos, entonces".

Y efectivamente nos vamos a Pistoia, una ciudad que no nos dice mucho aunque tiene elementos de variedad: por primera vez encontramos algo parecido a los bares y pubs españoles, el casco antiguo no es medieval ni renacentista sino algo posterior y aquí no se preparan para la llegada de ningún Mundial sino que están desmontando la salida de la contrarreloj Sub23. Tiene un aire a Lucca pero es más incontrolable y eso nos disgusta, así que no nos tomamos ni un café -yo sí hago mi tradicional visita a los baños públicos, donde por dos euros puedes hasta ducharte- y recogemos el coche un poco antes de tiempo, autopista de peaje hasta Pisa Nord y ahí un poco de caos, el habitual en las entradas y salidas de las ciudades cuando no tienes GPS...

... Lo que nos lleva al principio, es decir, al Carrefour que acaba siendo un Lidl porque es lo primero que encontramos, al mando que funciona para un satélite que se pixela, al edén que no es tal y a las conversaciones en el sofá sobre mi padre,porque me he dado cuenta de que la única persona con la que puedo hablar de él con total naturalidad es con mi esposa y me muero por saber qué recuerda de él, cómo le parece que era, cuándo le vio por primera vez, cuándo por última...todo lo que le debería estar preguntando a todos los que de verdad le conocían, pero no me atrevo.

Y así, mi esposa se va quedando dormida viendo el "Alla tú" italiano, yo acabo mi libro de Everett y la noche se cierra sobre un lugar que no es el Edén, de acuerdo, pero es algo. Al fin y al cabo, nosotros tampoco somos Adán ni Eva y la gente no anda señalándonos por la calle.