En Sofres, de madrugada, nos poníamos de acuerdo en ver los mismos vídeos, las mismas canciones. Éramos el típico grupo de veinteañeros unidos por la precariedad. Ninguno queríamos estar ahí pero a ninguno nos querían en ningún otro lado, así que qué le íbamos a hacer. Además, sobre todo en perspectiva, Sofres estaba bien. Yo una vez escribí lo contrario y mi ex jefa me lo echó en cara con su elegancia habitual pero la verdad es que estaba bien: nos pagaban puntualmente, el trabajo no era exagerado y al trabajar de madrugada el control era nulo.
Uno de esos trabajos que te permiten salir a las cuatro de la mañana a ver caer las Perseidas, tumbados en un parque de Alfonso XIII, justo antes de coger el primer 40 o bajar andando hasta casa -20 minutos- berreando "Idiotheque", de Radiohead.
Entre los vídeos que veíamos -yo, además, veía películas, entre ellas la magistral "Cleo, de 5 a 7"- se encontraba siempre el "No es lo mismo", de Alejandro Sanz, y no es que a mí Alejandro Sanz me guste mucho ni me gustara mucho en 2003, 26 años, noches furtivas en Barajas, desayunos en cafeterías de barrio donde te podías enamorar de chicas solo por lo bien que olían... pero la canción decía justo lo que quería escuchar, o, más bien, lo que yo quería decirle a la Chica Ratón, que, recuerden, había huído a los Pirineos con la sana intención de enamorarse de otro."No es lo mismo tú que otra, entérate, no es lo mismo".
Aunque por supuesto era mentira, porque si tienes que explicarle a alguien que es especial... es porque de especial no tiene nada, y en los momentos de autoestima, los momentos veinteañeros yo soñaba con presumir de aquello de "tengo pomadas pá todos los dolores, remedios contra toda clase de errores, también recetas pá la desilusión",que es una manera estupenda de venderse a uno mismo...hasta que llegó el otoño, la Chica Ratón volvió, y se hizo obvio que yo, ni pomadas, ni remedios, ni recetas ni nada que se le parezca. Solo canciones de Robbie Williams y películas de Ewan McGregor.
Y quizá fue entonces cuando decidí dejar de venderme, o quizá no, quizá fue más tarde, cuando me di cuenta de que nadie iba a comprar en medio de una crisis y que "con el coste de la vida, lo nuestro, se está quedando en ná", estrategia -o llámenlo como quieran- que no me ha ido tan mal porque esta mañana, a las 13 horas, me he casado con la chica más guapa que he conocido nunca, de manera que si un día dije que el 27 de septiembre de 2007 había muerto mi infancia, se puede decir que el 12 de septiembre de 2013 se ha acabado mi adolescencia, que ya venía siendo hora...
Eso sí, lo de Alejandro Sanz no lo he solucionado. Es su cantante favorito.