viernes, diciembre 21, 2007

Alternativas en concierto: Deluxe en Clamores


Pablo Ager y yo hablamos sobre la oferta cultural en Madrid y no entendemos que la gente se queje. Cada día de la semana hay siete-ocho conciertos, decenas de exposiciones, presentaciones de libros... sólo hay que saber moverse y encontrar las entradas a tiempo.

Por ejemplo, para el concierto de Deluxe en Clamores junto a Garrett Wall. Es curioso lo de Deluxe: tocó hace nada en La Riviera, ha hecho al menos dos conciertos este otoño en el Búho Real (puede que tres, disculpen mi mala memoria) y aún así llega a Clamores y llena por completo el local. Y cuando digo "por completo" es por completo. Ayer no cabía ni un alfiler en la sala.

Son las ventajas de poner estos conciertos a 6 euros. Las desventajas tienen que ver con la dificultad de callar a tanta gente en un espacio tan reducido. El concierto de Garrett Wall sonó entre murmuros constantes y conversaciones. Cuanto más subían ellos el sonido, más gritaba la gente.

Para nosotros -la Chica Portada, la Chica Inclasificable y yo- fue algo así como un concierto virtual. Escuchábamos en directo y veíamos por una pantalla desplegada justo encima de nuestras cabezas. La buena suerte nos deparó una mesa maravillosa para tres, la mala suerte colocó una columna enorme justo entre la mesa y el escenario.

Así que en esas estábamos, con el cuello un poco ya perjudicado, cuando salió Deluxe. Lo primero, y ya lo dije cuando los Premios Guille, a Xoel no le gustan las tonterías. Cuando él sale a cantar la gente se calla, y si no se calla, les calla él. Lo hace sin estridencias, con educación, pero a ver quién es el guapo que sigue ligando con la de al lado una vez Xoel le dice que deje de hacerlo.

Y el caso es que lo consiguió: el murmullo se convirtió en silencio o, como mucho, coro de sus canciones. Le acompañó una banda formidable: grupo de viento e intercambio constante entre bajo, guitarra y piano. Empezó y terminó con "Tendremos que esperar" y tocó sus discos en castellano prácticamente al completo combinando con algún recuerdo de su época como cantante en inglés.

Conforme fue avanzando el concierto, Xoel se fue sintiendo más en su salsa. Al principio parece tan tímido, tan metido en su burbuja... pero poco a poco, no sé cómo explicarlo, no es que salga de esa burbuja, sino que consigue ir metiendo al público con él, todo lo que se hace se hace a su manera, incluso cuando decide prescindir de amplificador y micrófono y se mete a cantar entre el público a lo Luis Ramiro... El concierto debería haber acabado a las doce y acabó tres cuartos de hora más tarde. Eso lo dice todo.

Xoel es de esos músicos que no regala nada. Da lo que tiene y punto. Ni un gesto de más, ni un exceso. O lo tomas o lo dejas. Y, desde luego, si lo tomas, te callas y escuchas.